Las manzanas aparecen en muchas tradiciones religiosas, a menudo como una fruta mística o prohibida. La palabra “manzana” se utilizó como término genérico para muchas de las frutas (extranjeras), excluyendo las bayas y las nueces, hasta el siglo XVII. En la mitología griega, el héroe griego Hércules, en uno de sus Doce Trabajos, debía viajar al Jardín de las Hespérides y recoger las manzanas doradas del Árbol de la Vida.
La diosa griega de la discordia, Eris, se disgustó después de que fuera excluida de la boda de Peleo y Tetis. En represalia, lanzó una manzana dorada con la inscripción Καλλίστη (“para la más bella”), en la fiesta de bodas. Tres diosas reclamaron la manzana: Hera, Atenea y Afrodita. Se designó a París de Troya para que eligiera a la afortunada. Terminó concediendo la manzana a Afrodita, se creó la discordia y causó indirectamente la Guerra de Troya.
Así llegó la manzana a considerarse como algo sagrado y vinculada a Afrodita en la antigua Grecia, y lanzar una a alguien era declarar simbólicamente su amor. Y de forma recíproca, capturarla era mostrar la aceptación de ese amor. Un epigrama atribuido a Platón afirma:
“Te arrojo la manzana, y si estás dispuesta a amarme, tómala y comparte tu vida conmigo; pero si tus pensamientos no son los míos, ni siquiera la tomes, y considerad cuán breve es la belleza”
Comentarios4 comentarios
Tan machistas eran los griegos que tuvieron que echar la culpa de la Guerra de Troya a las disputas entre tres mujeres. Eso sí, a cultura imaginativa, no los supera nadie.
Un saludo, Félix.
Y es que puestos a culpar a los demás, y más si son mujeres, somos únicos. En cuanto a su imaginación, eran de lo que no hay.
Saludos, Cayetano
Siempre nos ponen ante la tesitura. Tómala o déjala. Menos mal que ya hoy día pasamos de manzanas 🙂
Nada, Katy, no nos dejan los términos medios. Hoy ya no nos lanzamos manzanas para demostrar nuestro amor, algo es algo 🙂