Cerca de un millón de almas murió de hambre y otro tanto tuvo que emigrar. Después del frío y húmedo verano de 1846, los campesinos irlandeses estaban contentos. Al principio, la cosecha de la patata parecía sana, pero en septiembre comenzaron a pudrirse en el oeste de Irlanda, la maldita enfermedad atravesó el país al ritmo de 80 km semanales hasta que no quedó ni una patata sana.
El efecto de la gran pérdida demográfica fue extremo ya que dejó a Irlanda como un país empobrecido durante generaciones. De hecho, no ha sido hasta principios del siglo XXI que el país ha recuperado el nivel de población de 1845.
Sólo podían comer ortigas, nabos, coles podridas, algas, e incluso hierba. Pocos países eran tan vulnerables al hambre como Irlanda. Dependía de una sola cosecha de patatas desde la década de 1590, cuando este maravilloso y nutritivo tubérculo fue importado desde América del Sur, donde se cultivaba en las altas planicies del Perú. Seis kg de patatas al día fue la alimentación básica del irlandés medio durante más de dos siglos.
La gente empezó a desbordar los asilos estatales para pobres, pero esos sitios eran verdaderos agujeros del infierno, llenos de enfermedades y desesperación. Finalmente, durante el Negro 47, cerca de cien mil irlandeses emigraron a Canadá. La mitad de ellos atravesaron la frontera hacia Estados Unidos -que tenía unas normas de inmigración más estrictas y no permitían la entrada de barcos que llevasen enfermos, acordémonos de la Isla de Ellis-.
Así, en la década de 1870, los inmigrantes irlandeses comenzaron a controlar la política interna de algunas de las ciudades norteamericanas más grandes, entre ellas Nueva York, Boston y Chicago. Pero no es lo que nos ocupa, será otra historia.
La Irlanda del siglo XIX era demasiado dependiente de la patata y, al “fallarle” esta, todo se derrumbó, algo horrible. Como curiosidad, citar que irlandeses desesperados forzaban su arresto con la esperanza de que los deportaran a Australia. Un continente convertido en presidio del Imperio Británico; pero un plato de sopa aguada no les faltaría.
Es lo que tiene depender exclusivamente del monocultivo. Una mala cosecha se traduce en hambruna, como pasaba en la Edad Media con el trigo.
Comentarte que esta entrada la encontré gracias al aviso en mi correo. Tu blog todavía no se me ha actualizado y en el mío aparecetu entrada anterior.
Un saludo, Félix.
Ya se actualizó.
Gracias por el aviso, los duendes son traviesos en ocasiones. Y por tu siempre atinado comentario, ilustre lector.
Un saludo, Cayetano!
Asombroso ya no deberia parecerme…la historia, los personajes , los hechos, se suceden iguales !!!!! No importa la epoca Felix..hoy , tristemente se estan fabricando alimentos hechos en base a semillas perjudiciales para los humanos….alli te dejo eso !!!! Gracias como siempre ….
Los hechos de la historia se suceden de forma cíclica, Emperatiz. Volvemos a tropezar una y otra vez en la misma piedra.
Gracias a ti y un abrazo!