Hablar de la historia de Elche es necesariamente desarrollar su relación con la industria del calzado. Para entender cómo la ciudad ha llegado a constituirse hasta hoy, deviene indispensable comprender la evolución de su célebre tradición zapatera, relevante incluso a nivel internacional.
Inicios, industrialización y sindicalización
Desde la era musulmana se registran indicios de una producción alpargatera ilicitana en zonas campestres. Posteriormente, a mediados del siglo XIX, varios de los pequeños propietarios agrícolas optaron por invertir en la creación de alpargatas antes que en la agricultura o ganadería.
En 1875, el empresario José María Buck adquirió la primera máquina para la producción de alpargatas, marcando así el gran paso a la industrialización de este rubro. Luego lo imitaron otros terratenientes, gestando los comienzos de la industria zapatera de Elche.
Como era usual en la época, las precarias condiciones laborales afectaron a quienes laboraban en este sector. En consecuencia, los movimientos obreros alzaron la voz y en 1903 se concretó la primera gran huelga sindicalista. Algunos empresarios, temerosos de la situación, trasladaron sus fábricas a zonas menos agitadas, como la Vega Baja.
Tiempo de guerras e intervenciones
La I Guerra Mundial fue esencial para que prosperase la industria zapatera ilicitana, precisamente, los orígenes de las botas para hombre se remontan a la historia bélica. Muchos ejércitos consideraron que este tipo de calzado era esencial para proteger a los pies del frío y de los golpes, además, de dar una estética imponente. El general estadounidense Patton solía decir que «un soldado con zapatos es únicamente un soldado, pero con botas se convierte en un guerrero»
Debido a ello, y ante la paralización de los mercados extranjeros, las fábricas de Elche se vieron beneficiadas por los numerosos encargos de calzado. Prueba de ello es que Francia solicitó en un solo pedido 40 mil botas para sus soldados.
Esto sirvió para que las empresas ilicitanas fabricaran otras clases de calzados, además de las típicas alpargatas. Este contexto bélico impulsó la competencia con otros mercados nacionales, como los de Cataluña y Mallorca.
Sin embargo, el posterior estallido de la Guerra Civil hizo que tales progresos se frenaran abruptamente, ya que las fábricas y talleres ilicitanos fueron intervenidos para la producción de armas y demás material militar. Así, Elche se convirtió en un sitio estratégico para los suministros del bando republicano.
Posguerra, recuperación y transformaciones de la industria
En la posguerra, Elche multiplicó sus habitantes debido a la recuperación de la industria zapatera. Los inmigrantes de otras zonas de España y del extranjero vieron en Elche una nueva oportunidad para recomenzar sus vidas.
En los 60s, el calzado ilicitano incursionó en el mercado internacional, llegando a Europa y América. Sin embargo, la exigente competencia en Asia y la crisis petrolera perjudicaron sus avances.
En los siguientes años, el boom del calzado fue perdiéndose porque los principales empresarios trasladaron sus fábricas al sureste asiático para disminuir los costes.
Posteriormente, incluso sabiendo que era imposible vencer al sector zapatero asiático, aparecieron nuevas compañías como Panama Jack, Pikolinos y Mustang. Los empresarios asiáticos, no obstante, también inauguraron talleres en tierras ilicitanas, generando un ambiente hostil por una supuesta competencia desleal.
Este contexto negativo llegó a su punto más grave en 2004, cuando se generaron actos vandálicos contra algunos de los talleres asiáticos de la ciudad.