Una nueva forma de consumir agua: tecnología y simplicidad
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Flaskk ha introducido en el mercado dispensadores inteligentes de agua microfiltrada que ofrecen diversas opciones como agua natural, con gas o aromatizada. Sin embargo, lo que realmente destaca es la capacidad de personalización. Mediante una aplicación específica, cada usuario puede ajustar sus preferencias de consumo, como la temperatura, el nivel de carbonatación y el sabor, proporcionando así una experiencia comparable a la de consumir agua embotellada personalizada, pero sin generar residuos.
La ventaja de Flaskk radica en la combinación de tres elementos raramente asociados: el bienestar personal, la sostenibilidad ambiental y la capacidad de medir el impacto. La hidratación es un tema que muchas veces se pasa por alto. Contar con un dispensador que siempre está disponible y que ofrece agua agradable y personalizada, incrementa la probabilidad de que las personas consuman más agua durante la jornada laboral, lo que mejora la concentración, la productividad y la salud en general. Cada vaso de agua suministrado por Flaskk equivale a una botella de plástico menos que se produce, transporta y desecha. Flaskk permite cuantificar estos beneficios ambientales, proporcionando datos precisos que las empresas pueden incluir en sus reportes de sostenibilidad.
Lo que implica renunciar al agua embotellada
En un ambiente de oficina típico, cada empleado consume aproximadamente dos botellas de plástico por día. Para una empresa con cien empleados, esto representa alrededor de 50,000 botellas al año. Al instalar un dispensador de Flaskk, esas botellas nunca se producen ni se desechan. En una escala más amplia, como en grandes empresas, campus universitarios o espacios públicos, la reducción puede ser de cientos de miles o incluso millones de botellas ahorradas. Esto también significa menos emisiones debido al transporte y la producción, menos espacio ocupado en almacenes y menos volumen en los contenedores de reciclaje.
Comúnmente se piensa que con solo reciclar adecuadamente se soluciona el problema del plástico. Sin embargo, incluso en países con sistemas de reciclaje avanzados, una gran parte del plástico no se recupera. En Italia, en 2023, solo el 67 por ciento de los envases de plástico fueron reciclados o recuperados. Esto significa que aproximadamente 7 mil millones de botellas terminan en la basura no clasificada o, peor aún, dispersas en el ambiente. Algunas llegan a los vertederos, otras se incineran y una cantidad significativa puede contaminar ríos y mares, contribuyendo al problema de las microplásticas. Incluso cuando el reciclaje ocurre, no siempre se logra un ciclo cerrado de economía circular, ya que el Pet, aunque se recoja correctamente, frecuentemente se downcycled, es decir, se convierte en productos de menor calidad que, después de un ciclo de vida adicional, también terminarán siendo desechados.
Oficinas y más allá: lugares donde Flaskk puede marcar la diferencia
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El consumo excesivo de agua embotellada es uno de los muchos desafíos sin resolver en la transición ecológica: no es suficiente con enfocarse en el reciclaje o esperar un cambio espontáneo en los hábitos de consumo, porque se necesitan alternativas prácticas, cómodas e innovadoras. En un país que produce miles de millones de botellas de plástico cada año, la idea de un dispensador inteligente es una invitación a replantear la relación con el agua, transformándola en un servicio más adaptado a las necesidades de las personas y menos perjudicial para el planeta. A largo plazo, soluciones como estas podrían expandirse a escuelas, hospitales, bibliotecas, gimnasios, espacios urbanos: en cualquier lugar con un flujo constante de personas.
Uno de los aspectos más destacados de Flaskk es precisamente su capacidad de transformar un acto simple en una acción colectiva valiosa. El agua recargada en los dispensadores deja de ser un producto para comprar y desechar, convirtiéndose en un servicio sostenible integrado en el espacio de trabajo o comunitario. Las empresas que optan por Flaskk también envían un mensaje claro: cuidar de las personas y del medio ambiente no es una opción, sino una prioridad.
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Javier Martínez es un periodista científico apasionado por la física, la biología y la astronomía. Con años de investigación, convierte hallazgos complejos en artículos claros y accesibles. Su escritura precisa le aclara las claves de cada descubrimiento.