¿Por qué Vercingétorix fue el gran rival de Julio César y aún hoy es considerado como un héroe nacional en Francia?
En la historia de la antigua Roma, Julio César es obviamente una figura central. A lo largo de su carrera como político y militar, César se forjó un nombre luchando contra y junto a algunos de los líderes más importantes que el mundo había visto.
Pero antes de ascender al poder dictatorial, asedió la Galia (lo que hoy es Francia más partes de Bélgica y Suiza). Allí, un feroz guerrero llamado Vercingétorix consiguió aunar tribus dispares para defender su tierra natal contra César. Reunió valientemente a los galos bajo su estandarte y se convirtió en uno de los pocos guerreros que casi frustró a Julio César.
¿Quién era Vercingétorix?
La mayor parte de lo que sabemos sobre Vercingétorix aparece en las sesgadas memorias de César, lo que en este caso no es mucho. De hecho, tal vez Vercingétorix ni siquiera fuese su nombre de nacimiento. Los estudiosos creen que, en una lengua proto-celta, «Vercingétorix» se traduce aproximadamente en «el mayor rey de los guerreros». Por lo tanto, este apodo habría sido un título otorgado a un líder exitoso en la batalla, no necesariamente su nombre natalicio.
Las descripciones del guerrero galo a menudo se refieren a él como alto, guapo y carismático. Era un gra orador público, conocido por su capacidad para reunir tropas y gente del pueblo por igual con sus inspiradores y conmovedores discursos. Por su defensa de sus tierras contra los invasores romanos es conocido como el primer héroe nacional de Francia.
Julio César irrumpe en la Galia
Las distintas tribus habían logrado gobernarse a sí mismas durante cientos de años. La batalla del río Sambre o batalla del Sabis fue uno de los primeros grandes enfrentamientos, en julio del año 57 aC de las legiones de la República romana dirigidas por Cayo Julio César y las tribus belgas de los nervios y atrebates al mando de Boduognato. La victoria fue de los primeros.
De haber perdido hubiera sido un desastre total a más de 1.000 km del territorio romano, pero la sangre fría de su general y el valor y disciplina de sus legiones «convirtió una inminente derrota en una aplastante victoria».
Durante los siguientes años, César continuó oprimiendo tribu tras tribu de guerreros galos. Como era de esperar, la Galia odiaba al conquistador invasor.
Vercingétorix aparece en escena
Mientras tanto, Vercingétorix veía como iban cayendo otras tribus. Él y otros jóvenes guerreros se enardecieron cuando los galos en Cénabo (cerca del moderno Orleáns) se rebelaron y asesinaron a numerosos funcionarios romanos.
El consejo de ancianos de Arverni no estaba de acuerdo con el deseo de lucha de Vercingétorix. Su tío Gobannitio creía que el riesgo era demasiado grande. Vercingétorix, sin embargo, tenía otras ideas. En De Bello Gallico, César observa que el su rival «fue expulsado de la ciudad de Gergovia, pero ni así se rindió».
A pesar de las advertencias de los ancianos, reunió a los hombres que pudo. Persuasivamente, comenzó a «instarlos a tomar las armas por la libertad general». Proclamado rey por sus seguidores, Vercingétorix persuadió a los avernos para que se unieran a él.
Vercingétorix vs. César
Una vez que César se enteró de que sus oponentes comenzaron a aliarse contra él, rápidamente regresó de Roma. Mientras tanto, Vercingétorix saqueaba tierras controladas indirectamente por César. Tales actos no solo aumentaron la moral sino que aportaron más suministros. Estos éxitos llevaron a más miembros de otras tribus a unirse a la causa.
Para su sorpresa y alegría, casi todas las tribus respondieron con prontitud, preparándose para la guerra. Mientras tanto, en el 52 aC, los galos pusieron sitio a Gergovia. Por suerte, el día de su ataque planeado, el segundo al mando de César, Tito Labieno, lideraba las tropas romanas.
Labieno estaba terriblemente mal preparado para liderar una batalla de ese tipo. Estaba listo para manejar la guerra pero no el ataque al estilo guerrillero que conducía Vercingétorix. En lugar de atacar directamente a los soldados romanos, Vercingétorix y los suyos atacaron los suministros y puentes de sus rivales y luego desaparecieron en la noche. Su conocimiento superior del territorio demostró ser su mayor fortaleza.
Una victoria valiente
Las fuerzas de Vercingétorix sabían cómo sobrevivir de lo que sacaban de la tierra, mientras que los romanos confiaban en los suministros que traían consigo. Sin provisiones, los soldados romanos estaban casi muertos. En poco tiempo, César regresó al campo de batalla para echar una mano.
Sin embargo, Vercingétorix había aplicado la táctica de «tierra quemada». Los galos prendieron fuego a cualquier cosa en su camino, incluyendo ciudades, pueblos y suministros, que posiblemente podría ayudar a los romanos. El mismo César elogió las tácticas de batalla de Vercingétorix:
“El valor incomparable de nuestras tropas se encontró con todo tipo de artificios por parte de los galos; son una nación que posee un ingenio notable, y muy aptos para copiar y llevar a cabo cualquier cosa que se les sugiera».
Desafortunadamente para Vercingétorix, sus exitosos planes de batalla tenían fecha de caducidad. Comenzó a perder batallas, como el Asedio de Avárico. Y comenzó su retirada. Su última oportunidad fue en la célebre Batalla de Alesia entre septiembre y octubre del 52 aC.
En su obra Vidas paralelas ,el antiguo historiador Plutarco cuenta que «todo el poder entre las naciones de la Galia se reunió y llegó en armas a Alesia». Fue la gran y definitiva victoria de César en las Galias.
El día después de la derrota un consejo de jefes galos fue convocado en Alesia. Debía ser mediados de octubre del calendario juliano. Vercingétorix dispuso que la asamblea le aconsejara qué hacer: suicidarse o entregarse vivo. Poco después enviaron embajadores a negociar con el enemigo. César les exigió entregarse todos vivos, jefes y guerreros. Según la mitología, el caudillo vencido debe ofrecer su vida para salvar las de sus seguidores. A continuación los celtas empezaron a salir para ser desarmados y tomados cautivos.
Vercingétorix caminó deliberadamente hacia el campamento de César y llegó a su tienda. A los pies de César, se quitó la armadura y se arrodilló para rendirse. Sin embargo, en lugar de perdonarlo llevó a Vercingétorix a Roma.
César llevó a Vercingétorix a Roma, donde el guerrero participó a la fuerza en los actos de celebración por la victoria. Seis años más tarde, en el 46 aC, el héroe galo murió en una prisión romana, probablemente estrangulado. Y así terminó la valiente vida de Vercingétorix el galo. Con su muerte, aunque fue derrotado, su popularidad creció. Las leyendas sobre su heroísmo se extendieron y fue venerado durante siglos, como lo sigue siendo hoy en día.
(*) Referencias: allthatsinteresting.com, wikipedia Imágenes: WikimediaCommons
Un trofeo demasiado valioso como para no llevárselo a Roma.
Saludos.
Y tanto, en los fastos no puede faltar el vencido para mayor gloria del triunfante en la batalla.
Saludos!