La popularidad y la política van de la mano. Después de todo, ¿cómo puede un político ganar unas elecciones sin obtener los votos necesarios de la gente?
En los gobiernos, si un funcionario electo no está haciendo bien su trabajo, está bajo sospecha de corrupción, su trabajo va en contra del interés general u otras causas para aferrarse a la poltrona, se realiza un intento de moción de censura.
La diferencia con la antigüedad es que antes podían ejercer este derecho todos los ciudadanos. Ahora, sólo los diputados electos.
Si esta sale adelante, el titular del cargo abandona su puesto y se nombra a su sucesor. El político retirado tiene la mala fortuna de perder su posición, pero su vida sigue plácidamente.
El concepto del «retiro forzoso» tiene sus raíces en la antigüedad, concretamente en la cultura de las ciudades-estado de Atenas
Conocido como el ostracismo, este tipo de retiro permitía que los ciudadanos se unieran y votaran para exiliar a cualquiera que consideraran peligroso para los intereses de la población. El ostracismo era una práctica civil, en la que elementos de alfarería, generalmente urnas o jarrones rotos, se usaban como «papeletas» para votar. Estos fragmentos de cerámica se llamaban Óstraco, que es el origen etimológico del ostracismo.
La práctica era bastante sencilla. En una asamblea anual, el pueblo ateniense determinaría si era necesario realizar un ostracismo. De ser así, se reunirían en una segunda reunión y emitirían los votos para aquellos que creían que debían ser destituidos. Podía votar cualquier ciudadano de Atenas, independientemente de su clase o estado.
Por supuesto, el público de a pie nada tenía que temer cuando se trataba de ostracismo. Eran los gobernantes y aquellos que tenían un alto estatus los que necesitaban cuidar sus espaldas. A menudo, los atenienses seleccionaban a las personas que creían que se estaban apoltronando desde el punto de vista político o corrían el riesgo de convertirse en tiranos.
Estas medidas generalmente se realizaban de manera preventiva, antes de que un líder pudiera tener demasiado control sobre la ciudad. El procedimiento para el ostracismo involucraba a la ciudadanía, daban sus fragmentos de alfarería a los escribas, que tenían los nombres grabados en el Óstraco y luego los colocaban en una urna, donde se contabilizarían más adelante.
Si un individuo recibía más de 6.000 votos, se le declaraba condenado al ostracismo. Las reglas del ostracismo eran simples: el miembro condenado al ostracismo estaba obligado a vivir en el exilio durante diez años.
Mantendrían sus propiedades, pero no podrían regresar sin temor a la ejecución hasta el final de su período de exilio. A pesar de la aparente dureza de esta práctica, el ostracismo fue políticamente beneficioso para Atenas. El proceso formal en el que los ciudadanos podían eliminar a alguien del poder si juntaban suficientes votos evitaba que el gobernante se volviera demasiado poderoso.
La tiranía era una amenaza constante en aquella época (y ahora). Y un líder que acumulara demasiado poder podría ser una amenaza para la democracia de la ciudad. También, al existir salidas legales para eliminar a un político, los asesinatos serían el último recurso. Gracias a la presencia del ostracismo, los políticos no tuvieron que temer al asesinato por ciudadanos insatisfechos. Los castigos eran estrictos, pero no lo suficientemente severos como para justificar la respuesta militar de un líder que se enfrentaba el ostracismo.
Por supuesto, esto no quiere decir que el ostracismo fuera siempre una forma eficiente de administrar el gobierno. A veces, la multitud podía ser influenciada para excluir a un líder debido a las manipulaciones de sus enemigos políticos. A veces las personas optaban por el ostracismo simplemente por un rencor personal o porque simplemente no les gustaban las políticas de la facción política rival. ¿Les suena?.
Aunque el ostracismo cayó en desuso en Atenas debido a la creación de tribunales civiles, todavía utilizamos la palabra hoy en día, por lo general para referirnos a alguien que ha sido expulsado de un grupo social debido a algún tipo de defecto, moral o de otro tipo.
De aplicarlo aquí, íbamos a dejar el hemiciclo semivacío.
Un saludo.
Que no te quepa duda. No iba a quedar un jarrón o maceta «vivo» en este país.
Un saludo!
Si Colombia aplicara el ostracismo, estaríamos comiendo en la mano.