Cuando Jacob y Wilhelm Grimm publicaron su famoso Kinder-up Hausmärchen (cuentos infantiles para el hogar) en 1812, seguido de un segundo volumen en 1815, no tenían ni idea de que historias como «Rapunzel», «Hansel y Gretel» o «Cenicienta» se convertirían en clásicos atemporales. Tampoco imaginaron que sus cuentos serían considerados como grandes de la literatura infantil. Claramente, si vivieran hoy, quedarían impactados al descubrir como se ha malinterpretado su obra, y atónitos por su extensión por todo el planeta en todos los tamaños y formas, por no hablar de películas o series de televisión.
Los cuentos de hadas no eran para niños. Curiosamente, los hermanos Grimm -grandes filólogos- nunca tuvieron la intención de que su literatura fuera leída por niños, ya que estaba salpicada de prólogos y notas con frases contundentes e inapropiadas para ese público. Tampoco rehuían los relatos eróticos y escatológicos o los conflictos familiares.
Así, la madre de Blancanieves quiere asesinar a la niña inocente. Amantes se traicionan unos a otros. Los animales son más humanos que los humanos. O cuentos extraños como «La mano con el cuchillo» y «La llave de oro»…
La mayoría de los cuentos provienen de la tradición oral, bebiendo de fuentes tan diversas como aisladas regiones de Europa, Oriente Medio y Asia. Casi todos tienen una moraleja muy clara, y es una gozada ver como aquellos hermanos trabajaron como estudiosos y narradores, y utilizaron sus conocimientos e imaginación para transformar y crear narraciones sorprendentes que han influenciado a millones de lectores.
Así es. La mayoría de los cuentos tradicionales no eran en un principio para niños. Eran truculentos. Un lobo que devora a una anciana. Unos padres que abandonan a sus hijos. Una bruja caníbal. Una madrastra cruel… Luego limaron algo las aristas y se realizaron versiones algo más lights para niños. La factoría Disney hizo el resto.
Un saludo.
Ciertamente, Cayetano. Recogidos de la tradición popular no eran para dormir a un bebé… Has nombrado a Walt Disney, fue un revolucionario en este aspecto.
Un saludo
Me gusta mucho tu nuevo hogar 😉 muy sencillo, muy limpio, fresco y sobre todo; un hogar lleno de historias.
Los cuentos de los Hermanos Grimm fueron mis pesadillas de mi infancia. Porque sus historias, en la noche oscura, yo sola nunca pude ir al baño. 🙂 😛
¡Felicidades Félix!
o) Todos de pequeños hemos tenido algún miedo. Yo siempre miraba debajo de la cama pensando que habría un señor malo 😉
¡Gracias querida Arzú¡
Pues yo era tan sumamente niña (y algo queda) que nuca vi nada de esto hasta bien mayor que empecé a leer críticas, y analizando levas razón. Pero solo recuerdo que siempre triunfaba el bien sobre el mal y eso me hacía feliz. La películas de dibus animados actuales llevan más violencia y terro que esos cuentos. Es mi opinión.
He preferido las aventuras de Mowgli, Tarzán o Superman a partir de los 8 años.
Me ha encantado tu post.
Bss
Gracias Katy. Rudyard Kipling y sus coetáneos, así como el mundo del comic y el cine también nos han regalado grandes momentos. Soy de tu opinión y a las pruebas no remitimos, el cine infantil actual no es tan «blanco» como antaño. Yo, me quedo con aquel… Bss
El oír cuentos,contar narraciones entre los amigos,familiares al lado del fuego,en medio del frío es algo muy placentero en todas las etapas de la vida.gracias.
Una costumbre que se ha perdido en esta era tan tecnológica. Gracias a ti, Alvaro
[…] que a los hermanos Grimm se les atribuye la creación del concepto moderno de los cuentos de hadas tal como los conocemos, […]