Los romanos generalmente toleraban otras religiones, permitiendo e incluso dando la bienvenida a dioses de otros pueblos en su panteón. Aunque consideraban que los monoteístas judíos eran gente extraña, les dieron alguna libertad para practicar su propia religión. La gran revuelta judía no fue una guerra religiosa, sino una guerra contra el imperialismo romano y los impuestos injustos.
A partir del año 60 d.C., una crisis financiera obligó a Roma a aumentar los impuestos en todo el imperio
Los judíos de Jerusalén se resistieron a los nuevos impuestos y estalló la lucha después de que las fuerzas romanas saquearan un templo y mataran a unos 6.000 ciudadanos. Esta masacre provocó una revuelta en toda la región y una guarnición romana de 30,000 hombres fue emboscada mientras trataban de retirarse de la zona. Varios miles de romanos fueron asesinados y sus armas y armaduras fueron a parar a las manos de las milicias judía.
Con la guarnición derrotada, el emperador Nerón envió al consumado general Vespasiano para manejar la rebelión. Vespasiano tuvo un gran éxito al concentrarse en asegurar muchas de las ciudades y fortalezas más pequeñas de la región antes de centrarse en Jerusalén. Regresó a Roma y recayó en su hijo, Tito, la responsabilidad de acabar con los judíos sediciosos.
Tito comenzó el asedio de la ciudad. Jerusalén era un lugar muy fortificado con varios conjuntos de muros construidos en armonía con las empinadas colinas de la zona. La fuente histórica de la guerra, Josefo, describe las tres paredes de Jerusalén como magníficamente construidas. Los anchos muros estaban protegidas por torres de 15 metros o más y los accidentes geográficos hacían difícil un ataque a la ciudad.
A pesar de las fortificaciones de la ciudad, Tito decidió atacar la ciudad en febrero del 66 d.C., y su decisión se afianzó después de que uno de los negociadores que había enviado fuese herido. Dispuso las máquinas de asedio para comenzar a lanzar piedras sobre las murallas, pero los defensores tuvieron suficiente éxito como para que el asedio se pospusiera durante meses.
Cuando los romanos finalmente rompieron la primera muralla de la ciudad, obtuvieron acceso a la parte más nueva de la misma y se plantaron frente a las otras dos murallas y la fortaleza Antonia que estaba al final de la segunda muralla junto al gran templo de Herodes. Los romanos rompieron la segunda muralla en cuestión de días, pero las luchas callejeras los hicieron retroceder. Tras una lucha desesperada de los judíos lograron que las máquinas de asedio pudieran ensanchar una brecha y tomar la parte interior de la muralla.
Aunque los romanos habían roto las dos primeras murallas, el resto de la ciudad seguía bien defendida y abastecida. Para resolver el problema de la llegada de nuevos suministros a la ciudad, Tito construyó un muro que rodeaba el valle, conteniendo y aislando así la ciudad. Tito hizo personalmente rondas durante la construcción para asegurarse de su integridad y elevar la moral de los hombres. Esto ejerció presión sobre los defensores, que comenzaron a construir cisternas para retener el agua de la lluvia.
La caída de la fortaleza Antonia
Luego, Tito volvió a atacar contra la fortaleza de Antonia. Los romanos concentraron un gran asalto arrojando piedras y usando arietes, pero los defensores causaron un gran daño a los romanos respondiéndoles con las mismas, piedras… Algunas secciones fueron dañadas pero se logró muy poco. Aquellos judíos seguían resistiendo.
Al ver que Jerusalén no podía ser tomada por las bravas, Tito organizó una expedición en un ataque furtivo nocturno. Inicialmente tuvo éxito, pero una vez que sonó la alarma, los defensores de la fortaleza hicieron frente en una pelea que duró toda la noche y hasta el día siguiente. Los romanos habían conseguido un pedazo de la fortaleza y habían avanzado, esta vez sí, con firmeza. La fortaleza cayó a fines de julio.
Destrucción del templo de Jerusalén
La fortaleza estaba unida mediante las murallas al gran templo y una feroz lucha se desencadenó en lugar. Tito había expresado su deseo de preservar el templo, probablemente con la idea de convertirlo en un panteón romano, ya que era un magnífico edificio. Desafortunadamente para sus planes, un soldado arrojó una antorcha al templo y comenzó un frenético fuego que lo destruyó.
Los judíos se vieron obligados a retirarse debido al incendio, pero pusieron una trampa a los romanos para que los persiguieran y utilizaron el fuego contra ellos. Muchos perecieron y la fuerza avanzada romana quedó aislada. Fueron masacrados por los judíos.
Cuando se reorganizó el ejército de Tito, los romanos avanzaron a través de la zona del templo hacia las áreas más bajas de la ciudad. La resistencia era feroz solo en la parte alta de la ciudad que contenía el palacio de Herodes. Vendrían muchos días de guerrilas urbanas con resultados desiguales en diferentes distritos de la ciudad. Finalmente, en septiembre, la ciudad fue tomada por completo. Los túneles subterráneos ayudaron a muchos a escapar, pero la mayoría de los rebeldes no pudieron escapar a tiempo. Hasta un millón de personas, civiles y soldados, tanto romanos como judíos perecieron en el largo asedio. Una cifra que quizás se antoje excesiva para la época y que dejamos en algodones. Lo cierto es que la cifra de bajas fue abrumadora.
Después de tomar Jerusalén, Tito dejó una pequeña fuerza para derrotar los núcleos aislados restantes, incluida la fortaleza de la montaña de Masada. La fuerza brutal utilizada en el asedio de Jerusalén y la naturaleza despiadada de la campaña fue una demostración definitiva de fuerza del Imperio Romano. Aunque el Levante estaba más lejos de Roma que la mayoría de sus territorios, se mantuvieron firmes en mantener el área como una parte de su imperio que era rentable por ser encrucijada del comercio de Oriente y ser una zona de importancia militar estratégica.
Referencias: War History Online
Duros de pelar, pero más cabezotas que los romanos, pocos.
Un saludo, Félix.
Los judíos eran testarudos, sí. Pero estos romanos eran unos cabezones de tomo y lomo. ¡Menudos eran! No se construye un Imperio así sin esa tenacidad.
Saludos, Cayetano.