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Etruscos: el esplendor antes de Roma

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Volterra, Arezzo, Cortona, Orvietto, Tarquinia, Perugia… Todas estas ciudades italianas tienen un denominador común: su pasado etrusco. Esta antigua civilización, precursora en cierto modo del esplendor romano, pobló el centro de Italia (la actual Toscana) durante siete siglos e introdujo las primeras ciudades en Occidente.

Foto: Xavier – CC BY-NC-ND
Foto: Xavier – CC BY-NC-ND

Construidas en lo alto de mesetas y colinas, los etruscos o tirrenos, están considerados como “la primera civilización urbana de Europa Occidental”. De hecho, la clásica estructura de ciudad estructurada en dos calles principales (el cardo y el decumano) que asimilaron posteriormente los romanos, tiene su origen en los etruscos.

Construidas en lo alto de mesetas y colinas, los etruscos o tirrenos, están considerados como “la primera civilización urbana de Europa Occidental”. De hecho, la clásica estructura de ciudad estructurada en dos calles principales (el cardo y el decumano) que asimilaron posteriormente los romanos, tiene su origen en los etruscos.

Este pueblo antiguo, eclipsado a menudo por Roma, ha generado admiración y curiosidad a partes iguales, al tiempo que se ha envuelto de un halo de misterio romántico que arqueólogos y estudiosos intentan romper con datos objetivos. Desde el Renacimiento hasta la actualidad (los Médicis fueron grandes admiradores de Etruria), su refinada cultura y el arte que ha llegado a nuestros días despiertan nuestro afán de saber más sobre ellos. He aquí una pequeña radiografía:

“Urbanitas” y sabios agricultores

Bajo el nombre de civilización etrusca se engloba una amplia franja de terreno entre los ríos Tíber y Arno (más o menos las actuales Umbría y Toscana). Un territorio en el que se organizaban en Ciudades-Estado independientes que compartían una misma cultura. Su urbanismo es muy conocido, con la estructura de cardo y decumano y la construcción de templos, murallas y puertas alrededor de la ciudad. Pero no todos los estruscos vivían de este modo. El campo y la actividad agrícola fueron claves en su poder económico, así como la minería (con numerosas fundiciones de hierro). Dominar estas técnicas en los siglos anteriores a nuestra era (momento en el que nació la moneda) fue capital para el desarrollo de su gran civilización, sustentada por su poderío económico y cultural.

Artistas refinados

Pintura mural en la «Tumba de los Leopardos» – Dominio público
Pintura mural en la «Tumba de los Leopardos» – Dominio público

El arte etrusco es, sin duda, una de sus facetas más conocidas y admiradas. Destaca sobre todo el arte funerario y su estrecha relación con la pintura y escultura; son celebres los conocidos como ‘sarcófagos de los esposos’ (se conocen dos muy parecidos, el que se conserva en el Museo Nacional Etrusco de Vila Gulia, en Roma, y el Sarcófago de Cerveteri de la colección del Louvre).

Retratan a una pareja reclinada sobre cojines, en un banquete eterno; sensualidad, serenidad, sensibilidad… la muerte no parecía un final, sino el tránsito hacia otra dimensión que los esposos afrontaban felices y, como en la vida, en una posición de igualdad (algo excepcional en las culturas clásicas).

Pero más allá del arte funerario, los etruscos fueron buenos orfebres, trabajaron el bronce con grabados, filigranas y repujados, crearon el estilo Bucchero en cerámica. Sus pinturas son realistas y teñidas de rojo, verde y azul; en arquitectura conocían el arco de medio punto, la bóveda de cañón y la cúpula, elementos que utilizaron para la construcción de puentes. Fueron, asimismo, buenos ingenieros y supieron vender sus habilidades exportando arte mueble y tejiendo redes comerciales hacia el norte de Europa y Oriente…

Místicos y adivinos

El tipo de religión que practicaban los etruscos es ‘de revelación’, basada en la interpretación de fenómenos naturales a partir de la adivinación: el significado de los rayos, de ciertas aves al volar, el estudio del hígado de animales muertos… Una faceta mística que los romanos hicieron suya posteriormente. Todo su compendio religioso es conocido como «Doctrina Etrusca», y sus sacerdotes, los arúspices, formaron parte de la aristocracia ocupando una posición de privilegio en la sociedad.

Hombre y mujer, dos iguales

Sarcófago de los esposos, en la Villa Giulia – Soerfm CC BY-SA
Sarcófago de los esposos, en la Villa Giulia – Soerfm CC BY-SA

El papel destacado de la mujer entre los etruscos levantó ampollas entre sus contemporáneos griegos y, posteriormente, entre los romanos. “Degenerados” y “promiscuos” fueron algunos de los calificativos que les atribuyeron, por el hecho (insólito en la Antigüedad) que la mujer etrusca no era marginada de la vida social y tenía una posición relevante entre los aristócratas. Participaba en los banquetes, en los juegos gimnásticos y en los bailes, y además, ayudaban al marido en las labores de la vida pública. A través de la mujer se transmitía la herencia y, en caso de enviudar, tomaba las riendas de los bienes familiares. Podemos entender ahora un poco mejor los sarcófagos de los esposos, serenos, felices e iguales.

ADN ‘etrusco’

¿De dónde proceden los etruscos? Su origen ha sido un misterio durante años y aún hoy los estudiosos no se ponen de acuerdo. La primera tesis sitúa su origen en el norte de la actual Italia, en la cultura de Villanova (Edad de Hierro) que habría evolucionado hasta convertirse en la esplendorosa sociedad etrusca.

La otra tesis, más discutida, es su posible origen oriental; sus defensores hablan de similitudes con pueblos asiáticos como la importancia de la adivinación o la lengua etrusca, que no es indoeuropea. El historiador Heródoto habla de un gran éxodo de los lidios (Asia Menor) debido a una hambruna. Este pueblo habría llegado y hecho suyas las fértiles campiñas toscanas…

Una tesis controvertida (muchos son los que han defendido el origen italiano de un pueblo tan desarrollado) que, sin embargo, cuenta con un aliado difícil de rebatir: el ADN. Los estudios realizados en los últimos años revelan que muchos de los actuales toscanos comparten un perfil genético idéntico al de pueblos de Oriente Próximo.

Paisaje de La Toscana – Giovanni CC BY
Paisaje de La Toscana – Giovanni CC BY

La envidia de Roma

Mucho de lo explicado hasta ahora seguramente nos suena… a romano. Estos no eran más que una aldea durante el esplendor etrusco; siglos después, Roma asimilaría muchos rasgos de la cultura etrusca, que se diluyó sin remedio ante el empuje romano. Éstos se limitaron a difundir prejuicios y ‘apuntarse’ algunos de los méritos etruscos como suyos. Nadie, en la Antigüedad clásica, podía hacer sombra a la todopoderosa Roma. Ni siquiera los avanzados, cultos y refinados etruscos.

Fuentes: Romanorum Vita

 

8 COMENTARIOS

  1. Había leído bastante sobre esta cultura que nada tenía que envidiar en lo avanzado de sus instituciones. Siempre hay una primera vez. Lo demás es copia modificada, unas veces para mejor pero otras no tanto. Un abrazo

    • Así ha sido durante toda la historia estimada Katy, siempre hay precursores y las generaciones posteriores toman de base lo ya logrado…
      Un abrazo¡

  2. La Toscana es una región fascinante, de buen vino además. En Perugia (Perusa) situé una de las historias de En la frontera, con la peste negra como telón de fondo.
    Un abrazo, Félix.

    • Me consta aquella historia sobre la Peste Negra que escribiste (y muy bien ambientada en su contexto, por cierto). Ahora no es mal sitio para vivir…
      Un abrazo, Cayetano¡

  3. Muchas gracias Félix por este post.
    Estoy conociendo más de los etruscos desde hace poco y me ha resultado muy instructivo.
    Un saludo

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