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Cómo una ciudad italiana del siglo XVII evitó la peste

PESTE SIGLO XVII
Tiempo de lectura: 4 minutos

La plaga devastó las grandes ciudades y pueblos del norte y centro de Italia desde 1629 hasta 1631, matando a más de 45.000 personas sólo en Venecia y arrasando con más de la mitad de la población de ciudades como Parma y Verona. Pero sorprendentemente, algunas comunidades se salvaron.

De hecho, la ciudad de Ferrara, en el norte de Italia, logró evitar incluso una sola muerte por la peste después del año 1576, incluso cuando las localidades vecinas quedaron devastadas. ¿Cómo lo hicieron? Los registros sugieren que los controles fronterizos, las leyes sanitarias y la higiene personal fueron fundamentales para el éxito de la ciudad.

Comenzando con la llegada catastrófica de la Peste Negra en 1347, las ciudades italianas gradualmente comenzaron a tomar medidas proactivas de salud pública para aislar a los posibles portadores de la misma enfermos y ponerlos en cuarentena y restringir los viajes desde las regiones afectadas, según apunta John Henderson, profesor de historia del Renacimiento italiano en Birbeck, Universidad de Londres, y autor de Florence Under Siege: Surviving Plague in a Early Modern City (Florencia bajo el asedio: sobreviviendo a una plaga en una ciudad en la edad moderna).

peste italiaDurante los siguientes tres siglos, los brotes de peste fueron frecuentes en las ciudades densamente pobladas de Italia, lo que provocó respuestas cada vez más coordinadas y sofisticadas. También apunta Henderson que hubo medidas generales contra la peste que  se tomaron en ciudades de toda Italia, pero la ciudad de Ferrara, con una población de aproximadamente 30.000 habitantes, ofrece una historia de éxito fascinante.

Control de fronteras, saneamiento e higiene

Un equipo de investigadores de la Universidad de Ferrara buscó en archivos municipales y manuscritos históricos para descubrir un enfoque de la era renacentista para el «manejo integrado de enfermedades». Afirman que el notable éxito de Ferrara se debió a una combinación de estricta vigilancia fronteriza, saneamiento público agresivo y rigurosos regímenes de higiene personal que aprovecharon las propiedades antimicrobianas naturales de hierbas, aceites e incluso venenos de escorpión y serpiente.

Ferrara es una pintoresca ciudad amurallada situada a lo largo del río Po a medio camino entre Padua y Bolonia, ambas gravemente afectadas por la peste en 1630. Ferrara, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se distingue por tener algunas de las primeras carreteras pavimentadas en 1375 y un municipio alcantarillado desde 1425.

la peste italianaA partir del siglo XV grandes ciudades italianas como Venecia y Florencia se mantuvieron en constante comunicación con ciudades más pequeñas como Ferrara para rastrear la propagación de nuevos brotes de peste. La información se utilizó para establecer niveles de amenaza y coordinar respuestas de salud pública.

En Ferrara, el nivel de amenaza más alto significaba cerrar todas las puertas de la ciudad exceptuando dos y colocar equipos de vigilancia permanentes compuestos por nobles adinerados, funcionarios de la ciudad, médicos y boticarios. Cualquier persona que llegara a las puertas de la ciudad necesitaba llevar documentos de identificación llamados Fedi («pruebas») para asegurarse de que habían llegado desde una zona libre de plagas. Luego serían examinados para detectar cualquier signo de enfermedad.

Hospitales de peste ubicados fuera de los muros de la ciudad

Dentro de la ciudad, se empleó el mismo nivel de vigilancia para identificar casos sospechosos de infección y trasladar a las personas a uno de los dos hospitales  (Lazaretos) ubicados fuera de las murallas de Ferrara. «Hospitales de peste» similares en Florencia trataron a más de 10.000 pacientes durante la plaga de 1630-31, todos pagados por el erario público. Henderson opina que los médicos habían creído durante mucho tiempo que la peste era causada por el «aire corrupto» que se liberaba desde el suelo durante los terremotos.

En 1546, el médico italiano Girolamo Fracastoro publicó un texto influyente sobre el contagio en el que llevó esta teoría un paso más allá. «Desarrolló una idea llamada semillas de la enfermedad», dice Henderson. “Así, intuyó que la enfermedad se contagiaba de persona a persona. Esas ´semillas´ de la enfermedad eran muy pegajosas y también podían adherirse a la ropa y los objetos».

Las campañas de saneamiento público en ciudades como Ferrara surgieron de una larga tradición de legislación medieval y sanitaria, reforzada aún más por las teorías de contagio de Fracastoro. Las calles fueron barridas de basura y limpiadas de animales «sucios» como perros, gatos y pollos (sin mencionar las ratas). Polvo de cal se extendió generosamente sobre cualquier superficie que pudiera haber entrado en contacto con una persona infectada.

Dentro de las casas, los residentes probaron una serie de medidas para desinfectar objetos y superficies. Cualquier mueble dañado o agrietado fue sacado a la calle y quemado. Se calentaron objetos e incluso el dinero a altas temperaturas y se rociaron perfumes por toda la casa durante 15 días. Ropa y otros textiles fueron colgados al sol, golpeados y empapados con perfumes.

Bálsamo antimicrobiano para el cuerpo

Para la higiene personal, los ciudadanos de Ferrara recurrieron a varios remedios naturales populares prescritos para la protección contra la peste. Pero apreciaban uno por encima del resto: un aceite medicinal llamado Composito. Por ley, debía haber siempre disponible un suministro de Composito que debía almacenarse en una caja cerrada colocada en la pared del palacio municipal y distribuirse solo en tiempos de peste.

La receta secreta para el Composito fue inventada por el médico de origen español Pedro Castagno, quien escribió el influyente «Regimiento contra la peste» de Ferrara, en el que describió cómo se debe aplicar el bálsamo oleoso al cuerpo.

“Antes de levantarse por la mañana, después de encender un fuego de maderas perfumadas (enebro, laurel y sarmientos), caliente la ropa y, sobre todo, la camisa, posteriormente frotese primero la región del corazón cerca del fuego para facilitar la absorción del bálsamo y luego la garganta», Escribió Castagno. “[Después], lávese las manos y la cara con agua dulce (agua limpia) mezclada con vino o vinagre de rosas, con las que a veces se debe limpiar todo el cuerpo con una esponja”.

Veneno agregado a la medicina

Castagno nunca reveló los ingredientes utilizados para hacer el Composito, pero al examinar los registros de los materiales que ordenó comprar, los investigadores determinaron que el bálsamo contenía mirra y Crocus sativus, ambos conocidos por sus propiedades antibacterianas, así como el veneno de los escorpiones y las víboras.

De hecho, la receta para el Composito no era diferente a las utilizadas contra la peste en otras partes de Italia, particularmente el «Aceite de Escorpiones» y una pomada antigua llamada Theriac, hecha de veneno de víbora.

Siglos después, es difícil confirmar que combinación específica de medidas de salud pública de Ferrara fue realmente el secreto de su éxito. La mayoría de las ciudades italianas también aplicaron las mismas reglas y regímenes en la lucha contra la peste. La diferencia, dice Henderson, puede estar en el nivel de cumplimiento de los ciudadanos de Ferrara.

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Referencias y fuente: Dave Roos, history.com

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1 COMENTARIO

  1. De la Historia siempre se aprende algo. En la de 1348, unos jóvenes florentinos se saltaron la cuarentena y se fueron a una casa de campo en las afueras, como hacen hoy algunos. y allí inventaron las historias del Decamerón, según nos cuenta Boccaccio.
    Un saludo y cuídate.

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