Año 1826.
El químico sueco John Walker fue el primero en hacer el descubrimiento de que cuando un palito de madera cubierto con clorato de potasio y sulfuro de antimonio era raspado contra una piedra, se generaba un flama. Por primera vez, el hombre podía hacer fuego con rapidez, de manera limpia y segura. Otros químicos perfeccionaron la mezcla de Walker y en la década de 1850, un científico sueco dividió los componentes químicos entre el cerillo y la superficie donde éste se raspa, creando un cerillo mucho más seguro.