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El anillo de la señora Roentgen: «He visto mi muerte»

roetgen mujer
Tiempo de lectura: 2 minutos

En noviembre de 1895, el fenómeno de la electricidad y los electrones causaba furor. Fue en esta época cuando un profesor de física de la Universidad de Wurzberg llamado William Roentgen descubrió los rayos X mientras experimentaba con los tubos de Hittorff-Crookes y la bobina de Ruhmkorff para investigar la fluorescencia violeta que producían los rayos catódicos.

La historia de los rayos X

Tras cubrir el tubo con un cartón negro para eliminar la luz visible, observó un débil resplandor amarillo-verdoso proveniente de una pantalla con una capa de platino-cianuro de bario, que desaparecía al apagar el tubo. Se encerró en su laboratorio durante seis semanas, haciendo una pausa sólo para comer, y experimentó con otras pantallas fluorescentes y papel fotográfico.

El «momento Eureka» de Roentgen llegó al darse cuenta de que sus rayos recién descubiertos pasaban a través de objetos opacos. Los resultados fueron radiografías sombrías de un libro, piezas de metal poco densas y, la más famosa, los huesos de la mano de su esposa y su anillo de bodas. Cuando se sometió a los primeros rayos X del mundo en un ser humano, el 22 de diciembre de 1895, la Sra. Roentgen exclamó: «He visto mi muerte».

Debido a que no sabía la naturaleza física precisa que provocaba todo aquello, Roentgen se refirió a ellos como rayos X. En años posteriores, algunos prefirieron llamarlos Rayos Roentgen, que ya no se utiliza. El científico publicó sus hallazgos a finales de diciembre de 1895. Pasaron unas semanas antes de que las noticias se extendieran por todo el mundo y los rayos X se convirtieron en la sensación mediática del momento.

Thomas Edison y otros fabricaron fluoroscopios comerciales, las ferias y parques de atracciones los emplearon como un espectáculo novedoso para los asistentes que querían una radiografía de sus huesos, y las tiendas de calzado los usaron para medir el tamaño de los pies.

Roentgen y su esposa, Anna Bertha
Roentgen y su esposa, Anna Bertha

Los médicos, cirujanos y dentistas aprendieron a emplearlos como herramientas de diagnóstico. Los rayos X y sus «descendientes», como las tomografías computarizadas, resonancias magnéticas y ultrasonidos, permitieron al médico saber que pasaba dentro de nuestro organismo, por así decirlo, sin operaciones invasivas.

En 1901, Roentgen recibió el primer Premio Nobel de física. No es poca cosa, ya que su descubrimiento revolucionó la práctica moderna de la medicina de una forma que el físico nunca podría haber imaginado.

2 COMENTARIOS

  1. Tras descubrir los Rayos X, solo le faltaba inventar algo para que, cuando tomara sopa, los fideos no se quedaran enredados en la barba.
    Saludos.

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