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Los inventos robados de Thomas Edison

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A los alumnos de EE.UU. se les enseña desde bien pequeños que Thomas Alva Edison fue el inventor más grande que jamás existió. Y para apoyar este argumento se les hace hincapié en que tenía más de 1.000 patentes. Pero patente no es sinónimo de invento, y un poco de estudio sobre su figura nos revela que acostumbraba en demasía a atribuirse el crédito de las invenciones y trabajo de otras personas.

A Edison se le atribuye el fluoroscopio, que hizo posible las radiografías. Huelga decir que el uso de los rayos X ha sido un gran beneficio para la ciencia médica, y la distribución de estos dispositivos ayudó a la riqueza de Edison. El problema es que el verdadero inventor de un dispositivo para ver los huesos de un humano fue un científico alemán llamado Wilhelm Rontgen, quien tomó una radiografía de la mano de su esposa varios años antes del fluoroscopio de Edison. La gente no reparaba en ello, y Edison estaba más que feliz de no corregir el error y esencialmente rellenó su cuenta bancaria a expensas de Rontgen.

Otro invento que se atribuye a Edison es la creación de dispositivos para grabar voz y otras formas de sonido. Un impresor y librero francés llamado Édouard-Léon Scott de Martinville creó su «fonoautógrafo» más de 20 años antes de la «invención» en 1877 por parte del famoso inventor de Ohio. Nuevamente, Edison no hizo mención alguna de Martinville cuando comercializó su propio dispositivo.

La historia más siniestra de Edison gira en torno a la invención de las películas en movimiento. Louis Le Prince, un inventor francés, inventó el concepto de cine antes que Edison o los hermanos Lumiere. Quien tuviera la patente de este invento se haría muy rico. En 1890, Le Prince hizo una gira para mostrar su invento por Inglaterra y luego marchó a América para exhibirlo y patentarlo. Subió a un tren el 13 de septiembre de 1890, y nunca más fue visto. Su equipaje desapareció también. Desafortunadamente, en 1892, mientras el hijo de Le Prince estaba testificando en un juicio de patentes contra Edison, fue asesinado misteriosamente por un desconocido. Este asesinato nunca fue resuelto.

Puede que Edison no tuviera nada que ver con aquellos sucesos, pero no hay duda de que sus negocios eran cuestionables. Cuando la obra maestra de Georges Méliès «Un viaje a la luna» levantaba expectación en Londres, Edison obtuvo una copia ilegal de un avaro dueño de un teatro. Hizo numerosas copias y se las llevó a América con él. Comenzó a exhibir la película pirata por todo EEUU y ganó una fortuna, aunque Méliès no consiguió un centavo de estas proyecciones. Cuando Méliès finalmente llegó a América para mostrar la película, con un gran costo personal, ya la había visto todo el mundo. Esto causó a Méliès una pérdida financiera enorme que le condujo a la bancarrota.

No hay duda de que Thomas Edison fue un hombre brillante, y algunas de sus mil invenciones/patentes han facilitado nuestras vidas. Pero no fue el santo de la ciencia que siempre se nos ha enseñado. Eso sí, algo incuestionable, un magnífico y hábil hombre de negocios. Si le quitamos algo de moralina al artículo nos queda un hombre que ayudó a avanzar la humanidad, pero escaso de ética.

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