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Cómo Jesse Owens frustró los planes de Hitler en los Juegos Olímpicos de 1936

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Tiempo de lectura: 4 minutos

En 1933, poco después de asumir el poder como canciller de Alemania, Adolf Hitler comenzó con los planes de convertir los Juegos Olímpicos de Verano e Invierno de 1936 en vitrinas de su régimen. Ordenó la construcción de un nuevo y enorme estadio en Berlín y canalizó fondos para la finalización de un aeropuerto para recibir visitantes internacionales.

Además, los Juegos de Verano estaban destinados a ser los primeros en llegar al público de todo el mundo a través de la televisión, así como los primeros en presentar el elemento ahora tradicional del relevo de la antorcha olímpica.

Por supuesto, aunque los Juegos Olímpicos están aparentemente diseñados para unir una multitud de razas y culturas en un espectáculo competitivo, el Führer pensaba poco en esos ideales. De hecho, deliberadamente perjudicó notablemente las posibilidades de éxito de su país al mantener a los judíos fuera de los clubes y eventos deportivos, eliminando a potenciales medallistas olímpicos como la saltadora de altura Gretel Bergmann.

Hitler veía a las estrellas afroamericanas como una amenaza

Jesse Owens corriendo los 200 metros, estableciendo un nuevo récord olímpico, agosto de 1936
Jesse Owens corriendo los 200 metros, estableciendo un nuevo récord olímpico, agosto de 1936

Mientras tanto, Jesse Owens se había convertido en una sensación del atletismo en Estados Unidos. Igualó el récord mundial en las 100 yardas mientras aún estaba en la escuela secundaria, y su actuación en el Big Ten Championships de 1935, en el que estableció tres récords mundiales e igualó un cuarto en un lapso de 45 minutos, sigue siendo uno de los más importantes logros extraordinarios en la historia del deporte universitario.

No fue el único atleta afroamericano destacado. Ralph Metcalfe fue medallista de plata en los Juegos Olímpicos de 1932 y en su momento tuvo el récord mundial de los 100 metros lisos.

Y un velocista de la Universidad de Temple llamado Eulace Peacock emergió como un oponente muy formidable para Owens, incluso lo derrotó varias veces en 1935, antes de sufrir una lesión en el tendón que aplastó sus esperanzas olímpicas de 1936.

Estados Unidos casi boicoteó los Juegos Olímpicos de 1936

Owens a punto estuvo de no tener la oportunidad de hacer historia olímpica. Con los estadounidenses conscientes de las políticas discriminatorias de Hitler contra los judíos, pero aún no conscientes del alcance de los horrores por venir, se generó un feroz debate sobre si boicotear los juegos de 1936.

El presidente de la Unión Atlética Amateur, Jeremiah Mahoney, argumentó que la participación equivalía al apoyo del Tercer Reich, pero ganó la postura del director del Comité Olímpico Estadounidense, Avery Brundage, quien insistía en que los Juegos eran para los atletas y no para los políticos.

Al igual que otros atletas negros de élite que crecieron en una sociedad desigual, Owens consideraba que la postura moral contra Alemania era hipócrita y no estaba dispuesto a renunciar a la oportunidad de brillar en un escenario mundial. Finalmente expresó su deseo de competir en los Juegos, una posición que provocó la condena de la sociedad afroamericana y del director de la NAACP, Walter White .

Owens se convirtió en el primer estadounidense en ganar cuatro medallas de oro

Los ganadores de las medallas de oro, plata y bronce en salto de longitud saludan desde el podium en los Juegos Olímpicos de Verano de 1936 en Berlín. De izquierda a derecha, el japonés Naoto Tajima (bronce), el estadounidense Jesse Owens (oro) que estableció un récord olímpico y el alemán Luz Long (plata) dando el saludo nazi, el 8 de agosto de 1936
Los ganadores de las medallas de oro, plata y bronce en salto de longitud saludan desde el podium en los Juegos Olímpicos de Verano de 1936 en Berlín. De izquierda a derecha, el japonés Naoto Tajima (bronce), el estadounidense Jesse Owens (oro) que estableció un récord olímpico y el alemán Luz Long (plata) dando el saludo nazi, el 8 de agosto de 1936

Casi desde el principio, Owens se convirtió en la estrella de los Juegos Olímpicos de Verano de 1936. Logró la medalla de oro en su primera oportunidad, los 100 metros lisos, y siguió con una victoria contra pronóstico sobre el campeón alemán Luz Long en el salto de longitud.

Después de establecer el récord olímpico en los 200 metros lisos en su tercera medalla de oro, Owens puso la guinda del pastel de su actuación al correr el tramo inicial de los relevos 4×100 de Estados Unidos que rompió en pedazos el récord anterior. Se convirtió en el primer estadounidense de cualquier raza en ganar cuatro medallas de oro en una sola Olimpiada, un logro que se mantuvo hasta que Carl Lewis lo igualó en 1984.

Dicen que Hitler «despreció» a Owens por eclipsar a sus preciados atletas arios, aunque trataba a los ganadores por igual y se negó a felicitar públicamente a nadie después de la competición. Otras fuentes indicaron que el Fuhrer saludó a Owens desde lejos, posiblemente influenciado por los vítores de adoración que el atleta recibió de los fans.

A pesar del desaire de Hitler, Owens dejó un legado global

Al igual que con el llamado desaire de Hitler, la narrativa de los Juegos Olímpicos de 1936 se ha suavizado y simplificado a lo largo de los años. A pesar de los logros de Owens y sus compañeros de equipo, Alemania aún demostró su superioridad atlética al ganar el mayor número de medallas.

Más importante aún, los Juegos tuvieron un enorme éxito como propaganda, destacando al Partido Nazi como acogedor y ordenado, incluso cuando estaba al borde de provocar otra guerra y exterminar a millones de judíos.

A nivel personal, el centro de atención de los Juegos Olímpicos fue un caso atípico en la carrera de Owens, quien regresó a la fría realidad de ser un hombre negro en la Gran Depresión, en Estados Unidos. Al no tener oportunidades comerciales, se vio obligado a competir contra caballos y asumir otros trabajos degradantes durante años, hasta que finalmente consiguió un trabajo como embajador del gobierno en la década de 1950.

Aún así, la historia de su actuación triunfal en esos Juegos perdura. Si bien no detuvo las maquinaciones del régimen nazi, sin duda Owens robó el centro de atención del celoso líder del país anfitrión

(*) Referencias: Tim Ott, history.com, Historia de las Olimpiadas

2 COMENTARIOS

  1. Raza superior… Jejeje.
    Una buena lección para todo supremacista y xenófobo.
    Habría que recordarles eso de «joderos, fachas, que tenéis el corazón a la izquierda, la sangre roja y cagáis con los puños apretados. ¡Ah! Y si bebéis vino tinto vuestra mierda también es negra.
    Un saludo, herr Félix.

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