Científicos sorprenden al descubrir un océano oculto bajo la superficie terrestre

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Por Manuel Sánchez

¿Recuerdas cuando Julio Verne imaginó un océano gigantesco en el centro de la Tierra? Bueno, resulta que no estaba tan desencaminado como pensábamos. Más de 150 años después de su famosa novela, la ciencia moderna empieza a dar la razón al genial novelista, con una historia de descubrimientos, diamantes, y la promesa de océanos ocultos bajo nuestros pies. Así que abróchense los cinturones y prepárense para un viaje alucinante al corazón de nuestro planeta.

Diamantes: ventanas a los abismos terrestres

La ciencia hasta finales del siglo XX no daba muchas esperanzas a la existencia de agua a grandes profundidades en el manto terrestre: la lógica decía que las presiones y temperaturas extremas destruirían cualquier gota atrevida. Sin embargo, los últimos quince años han trastocado esta creencia gracias al hallazgo de diamantes extraordinarios, auténticas cápsulas del tiempo geológico, que guardan en su interior secretos jamás imaginados.

En 2009, el equipo del Dr. Graham Pearson (Universidad de Alberta) encontró en Brasil un diamante singular, nacido en una misteriosa «zona de transición» entre el manto superior e inferior, a 410-660 km bajo tierra (cuando lo normal son unos humildes 150 km). ¿El giro de la trama? Ese diamante contenía una inclusión del mineral hidratado ringwoodita, hasta entonces solo observado en meteoritos o fabricado en laboratorios sometiendo olivino (una roca muy común) a condiciones extremas de presión, temperatura y agua.

  • El 1,4% del peso total de la ringwoodita del diamante era agua (fragmentada en radicales hidroxilo), capaz de ser absorbida en estado sólido.
  • Esto respalda la teoría científica de que la zona de transición del manto terrestre podría estar saturada de agua.

Confirmaciones en serie: de Brasil a Botsuana

Pero una sola prueba, aunque brillante, no basta para convencer a la comunidad científica. La confirmación llegó en 2022, con el hallazgo en la mina de Karowe (Botsuana) de otro diamante con inclusiones de ringwoodita. La física minera Tingting Gu (Gemological Institute of America de Nueva York) y su equipo analizaron la «joyita» y aportaron evidencia de que esta zona transicional podría ser un gigantesco depósito de agua. Encontrar pruebas del mismo fenómeno en zonas geográficas tan separadas indica que la hidratación a esa profundidad sería global, y no una rareza local.

Los dos grandes misterios: de dónde viene y para qué sirve

Claro, aquí la cosa se pone seria y aparecen dos preguntas mayúsculas:

  • ¿De dónde viene el agua? ¿Es agua reciclada durante el proceso de subducción en los fondos oceánicos, o es primigenia, atrapada en las piedras que formaron la Tierra hace 4.500 millones de años? Los científicos, como si buscaran la receta de una sopa ancestral, quieren comparar los isótopos del hidrógeno en minerales hidratados con los de meteoritos y los de la superficie, para ver si el agua subterránea proviene de arriba o de lo más hondo desde el inicio.
  • ¿Qué papel juega ese reservorio en la vida y dinámica de nuestro planeta? Para la Dra. Gu, este océano subterráneo sería clave en el ciclo de aguas profundas, afectando la distribución global del agua, el vulcanismo, el clima y las propiedades físicas y químicas del manto. El Dr. Pearson añade que la presencia de agua en la zona de transición podría originar terremotos profundos (de 300 a 660 km), a través de procesos donde el agua debilita los enlaces moleculares de las rocas, facilitando su colapso y la actividad tectónica.

Un horizonte inexplorado (pero no imposible)

Responder a estos enigmas requiere ciencia de alto voltaje: sismología, química, física de minerales y mucho esfuerzo interdisciplinario. Todos persiguen el objetivo de analizar estas raras rocas que nos dan pistas sobre los mecanismos internos de la Tierra, un mundo al que jamás podremos acceder de forma directa. Como reflexiona Tingting Gu: “Nosotros, los seres humanos, somos tan pequeños, que no habíamos comprendido lo inmensa que es la Tierra”.

Así que la próxima vez que mires un diamante, piénsalo: ¡tal vez estás sosteniendo una gota ancestral del océano oculto que palpita bajo tus pies!

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