Los charlatanes, ayer y hoy, siempre han hecho su particular agosto vendiendo a los incautos remedios milagrosos para la calvicie, la obesidad, la impotencia o la depresión entre otros. Durante el siglo XIX y las primeras décadas del XX Todas estas prácticas fueron fomentadas por la inexistente regulación en materia de fármacos y salud. La mayoría de los medicamentos se hacían con ingredientes inútiles como aceite, altas dosis de opio o heroína (y mentiras) y elementos más peligrosos como la radioactividad. También los había preparados con plomo, agua (y mentiras). Sin embargo, estos espectáculos atraían a multitudes de gentes que eran engañadas por la locuacidad del charlatán vendedor de turno.
Aquellos vendedores montaban verdaderos «circos ambulantes». Acompañados de falsos médicos y supuestos «curados» por la tan milagrosa medicina que vendían, venían a practicar lo que llamaríamos hoy en día marketing agresivo y deshonesto. Podíamos citar multitud de ejemplos de estafadores, pero nos detendremos en una práctica que trajo mucho debate.
Cuando la radiación fue descubierta a finales del siglo XIX, los inventores de la época idearon todo tipo de productos radiactivos. Ya en el siglo XX se vendía agua radiactiva como beneficiosa para la salud (de la cartera del vendedor) y era capaz de curar más de 150 enfermedades comunes.
Si, es correcto. Las grandes compañías «invitaban» a la gente a beber agua irradiada. Al igual que en la publicidad de hoy en día, los fabricantes de productos crean un problema y luego venden una solución. Insistían en que el agua que se consumía estaba «desnaturalizada» y que le faltaba un ingrediente importante. Así pues, comercializaron la radiación como ese «ingrediente». Bebidas como el «Radhitor» o su versión posterior «Revigator» se hicieron muy populares.
Ni que decir tiene que la cantidad de radiación soportada por los incautos tras ingerir esas milagrosas pócimas superaba lo recomendable para la salud humana con creces, causando cientos de muertes. Se vendieron miles de Revigators durante las décadas 20 y 30. Se recomendaba beber de 6 a 8 vasos diarios. Luego nos enteramos de que la radiación era mala, muy mala.
Personajes como Clark Stanley, John Healy, Charles Bigelow, el «doctor» John Brinkley «alias glándula de cabra» y muchos más, ya figuran en los anales de las prácticas medicinales insanas. Marketing en estado puro, sin importar las consecuencias. Hoy en día se siguen dando casos. Y es que a grandes males, grandes soluciones para la cuenta corriente del listo de turno.
El efecto placebo hace maravillas, aunque el preparado sea agua de manzanilla con tres gotas de etanol.
Cayetano,
Lo que se curaba o, mejor dicho, engordaba, era la cartera de los amables y fantásticos vendedores.
Un saludo
Gracias por este maravilloso artículo Felix, esto realmente es un tema importante. Y además hay otro tema realmente importante hoy en día, algunos charlatanes siguen, ahora hay algunos gigantes empresas de cosméticos y productos de limpieza: Amway, Herbalife, Oriflame, Avon. etc. y miles de marcas de perfume, cientos de miles de marcas de jabón, crema etc.etc. Y mil tipos de detergente para las ropas, los platos y la limpieza de casa. Creo que toda la trampa de dinero, todas son mentiras del orden capitalista y todos ellos son un pantano sin fin, es un tornado. Yo casi, no uso ninguno de estos productos. Algunos productos básicos son suficientes para continuar una vida normal. Año pasado una amiga mía chilena me envió cremas de manos y no tengo mis otras cremas. Cuando yo era pequeña, mi abuela usó aceite de oliva y a veces vaselina para mis manos, y mis manos siempre parecían algodón. Me encanta el legado de mi abuela.
Arzu 🙂
Hoy en día la industria cosmética mueve cantidades ingentes de dinero a nivel mundial. A la altura del café, el petróleo, los medicamentos o las armas. Nos prometen la eterna juventud, la belleza infinita para gustar a los demás. Nada… la sociedad de consumo aboca a que la imágen exterior prima.
Gracias 🙂
No creas que estamos lejos de estas ventas disfrazadas muchas veces por hierbas milagrosas. Inofensivas eso si y actúan como efecto placebo que no es poco. Si no matan buenas son. En fin lo mejor usar la cabeza.
Bss
Katy,
El problema no es el efecto placebo. Ya sabemos la cantidad de beneficios que nos pueden aportar algunos productos naturales, separando el grano de la paja claro está. El transfondo en aquella época es el enriquecerse a costa de la salud y la vida de los demás.
Bss
Buen articulo Felix….somos muy creyentes a todas estas cosas …sin investigar primero..productos milagrosos…para todo…mi abuela tambien usaba CREMA C DE PONS, agua y jabon , que cutis tuvo…hasta en su edad avanzada , aparte de Bella !!!gracias !!!
Di que sí, Emperatriz! Y lo demás son gaitas (y muy caras) 🙂 Yo también uso jabón solamente y tengo un cutis privilegiado, jaja
Un abrazo!