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Balmis y la Real expedición filantrópica de la Vacuna

Tiempo de lectura: 3 minutos
Una misión digna de ser recordada. La historia de Francisco Javier Balmis, el médico militar alicantino que a comienzos del siglo XIX llevó la vacuna de la viruela a América acompañado de 22 «angeles»

Cuando los españoles llegaron a las Américas en 1492 trajeron consigo virus eurasiáticos que desencadenaron epidemias devastadoras. La viruela era el más letal. Si bien la mortalidad asociada con la viruela en Europa fue de alrededor del 15%, hasta el 50% de las poblaciones indígenas norteamericanas inocuas de la viruela murieron a causa de la enfermedad. En apenas un siglo, la población mexicana disminuyó de 20 a 2 millones. Se cree que la viruela se extendió en América Latina después de la llegada en 1520 de una expedición española liderada por el conquistador castellano Pánfilo de Narváez.

La expedición de Balmis fue posiblemente el primer acto humanitario universal y uno de los episodios más importantes de la historia de la salud pública.

En 1802, después de escuchar alarmantes noticias de que la viruela estaba golpeando a Perú, Ecuador y Colombia, el rey Carlos IV ordenó al Protomedicato -la autoridad sanitaria española- organizar una expedición encaminada a introducir la vacuna contra la viruela en el Nuevo Mundo. La campaña, bautizada como la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, fue dirigida por Francisco Xavier de Balmis, médico que había trabajado como cirujano militar en hospitales de ambos lados del Océano Atlántico. Las autoridades civiles y religiosas de los dominios españoles recibieron órdenes de prestar apoyo logístico y predisponer a la población indígena a la campaña de vacunación.

En el otoño de 1803, la corbeta Maria Pita zarpó de La Coruña en Galicia con varios profesionales de la salud y una caravana de 22 niños con Isabel Sendales como tutora y cuidadora, que tuvieron que ser secuencialmente inoculados durante el viaje en un intento de mantener vivo el virus de la vacuna. Dos de ellos fueron inoculados cada semana utilizando el líquido obtenido de las vesículas de los vacunados la semana anterior. Balmis, que había traducido al español el tratado histórico y práctico sobre la vacunación de Jacques-Louis Moreau de la Sarthe, inició así un viaje épico que vacunaria a decenas de miles de personas, primero en América Latina, luego en Filipinas y China.

El éxito del esfuerzo fue fundamental para la creación en cada capital de los Consejos Centrales de Vacunación y la instrucción de médicos y profesionales locales. En noviembre de 1805 en Caracas, un año y cuatro meses después del establecimiento de una junta de vacunación, 37.724 vacunas se habían realizado. Los médicos locales en las diferentes regiones aprendieron a vacunar e incluso a detectar las vacas infectadas con la enfermedad para recuperar el líquido de las vesículas. Sólo en La Habana, 4.879 personas fueron vacunadas en 1806 y el número de personas vacunadas en toda la isla ascendió a 15 824.

Gonzalo Díaz de Yraola, ex jefe del Departamento de Hematología del Servicio Nacional de Salud, ha encontrado un relato detallado de las hazañas de Balmis. El libro fue publicado originalmente en 1948 y se convirtió en la primera reconstrucción cuidadosa del viaje de Balmis basada en un estudio comprensivo de documentos originales. Probablemente inspirado en una conferencia sobre Balmis, Díaz de Yraola convirtió los informes, cartas y edictos de los Archivos de las Indias en Sevilla en un emotivo relato de este singular logro histórico y médico.

Reeditado en una edición bilingüe (español e inglés) en el bicentenario de la aventura de 7 años, el libro se ha mejorado para corregir algunas inexactitudes menores. Además, la traducción contiene adiciones que no forman parte del original, incluyendo una sección de fondo con breves notas explicativas sobre las personas, lugares y términos que aparecen en el texto. Catherine Mark, técnica y redactora del Centro Nacional de Biotecnología, con sede en Madrid, ha realizado un trabajo absolutamente magnífico en la traducción y reconstrucción de la obra original.

Sin duda la principal lección que podemos aprender de la lectura de este relato es el sentido de la filantropía que señaló la misión de Balmis. No sólo Balmis se embarcó en la primera campaña masiva de vacunación, sino que también creó un sistema de salud en el extranjero. En 1806, en una carta sobre la expedición, Edward Jenner dijo: «No me imagino otro ejemplo de filantropía tan noble y extenso como esto en los anales de la historia». Balmis fue el primero en implementar el concepto de «universalidad» en salud y adoptó una visión integral de la medicina vinculando conocimiento biológico, psicológico y cultural.

Recomendable encarecidamente esta obra a aquellos que son apasionados por la historia de la medicina y los que creen en derribar fronteras como un recurso esencial para el avance de la medicina en los países en desarrollo. El viaje de Balmis debió su éxito a la creación de juntas de vacunación con capacitación de profesionales de la salud locales y pueblos indígenas. Fue posiblemente el primer acto humanitario universal y uno de los episodios más importantes de la historia de la salud pública.

Referencias: Xavier Bosch, La expedición filantrópica real española: el viaje de la vacuna contra la viruela alrededor del mundo 1803-1810 Gonzalo Díaz de Yraola Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Colección Biblioteca de Historia de América (edición facsímil del libro original de 1948) ∈ 24 · 00; Pp 336 ISBN 8400081722

2 COMENTARIOS

  1. los niños eran huérfanos, no viajaban con sus madres. Eran huérfanos de la casa de expósitos de a coruña, santiago y madrid
    fueron cuidados por isabel zendal gómez, reconocida en 1950 por la OMS como la primera enfermera en misión internacional

    • Fe de errores. Ciertamente no viajaban madres a bordo y sí Isabel Sendales. No obstante no todos eran huérfanos, algunos provenían de familias desestructuradas, como figura literalmente en la Circular para la propagación de la vacuna, fechada en San Ildefonso el 1 de septiembre de 1803: «…serán bien tratados, mantenidos y educados, hasta que tengan ocupación o destino con que vivir, conforme a su clase y devueltos a los pueblos de su naturaleza, los que se hubiesen sacado con esa condición». Gracias por la observación y saludos!

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