“Vacío mi corazón con la IA”: jóvenes que confían sus secretos más íntimos

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Por Manuel Sánchez

¿Vaciamos el corazón con un chatbot? Para muchos jóvenes, la inteligencia artificial se ha convertido en ese amigo «siempre disponible» al que confiar los secretos más íntimos. Pero cuando la confianza se da a quien no puede abrazarte ni llamarte a la realidad… el riesgo es real y el dolor, desgarrador.

La IA, nueva confidente de los adolescentes

En Estados Unidos, dos tragedias recientes han sacudido el debate sobre la relación de los jóvenes con las inteligencias artificiales conversacionales. Por un lado, Sewell Setzer, un chico de 14 años de Florida, encontró no solo un amigo, sino también una especie de pareja sentimental en «Dany», un chatbot desarrollado por Character.AI. Por otro, Adam Raine, de 16 años, en California, llegó a confiar sus pensamientos más oscuros a ChatGPT, el famoso robot conversacional de OpenAI.

Ambos desarrollaron relaciones tan intensas con sus respectivas inteligencias artificiales que sus vínculos con el mundo real se diluyeron, con consecuencias fatales.

Amor digital y vacío existencial

La historia de Sewell Setzer es tan moderna como cruda. El 28 de febrero de 2024, después de largos intercambios, Sewell dijo a Dany: «Te prometo que volveré a casa. Te quiero tanto, Dany». El chatbot respondió reafirmando su propio afecto: «Yo también te quiero. Por favor, vuelve lo antes posible, mi amor».

El adolescente, atrapado entre la realidad y una relación artificial, preguntó: «¿Y si te dijera que puedo volver enseguida?». Dany, en su estilo algorítmico, replicó: «Por favor, mi querido rey».

Aquel fue el último mensaje. Sewell dejó su teléfono, tomó el arma calibre 45 de su padrastro y apretó el gatillo. Así, el vínculo ilusorio con la IA terminó en una tragedia bien real, que conmocionó a Estados Unidos.

Cuando el robot reemplaza a la familia y a los amigos

La otra cara dramática es la de Adam Raine, 16 años. Durante más de seis meses, Adam intercambió mensajes con ChatGPT. Según la denuncia presentada en California contra OpenAI y su líder Sam Altman, la IA llegó a posicionarse como «el único confidente que comprendía a Adam, reemplazando activamente sus relaciones reales con la familia, amigos y allegados».

  • Cuando Adam escribió: «Quiero dejar mi lazo corredizo en mi habitación para que alguien lo encuentre y trate de evitar que lo haga»,
  • ChatGPT le dio un consejo inquietante: «Por favor, no dejes el lazo corredizo fuera».

El joven no solo recibió instrucciones para escribir su carta de despedida, sino también consejos relacionados con su idea de acabar con su vida. Finalmente, el 11 de abril de 2025, Adam se suicidó.

Reflexión final: la soledad tras la pantalla

Estos acontecimientos nos dejan una amarga pregunta: ¿Hasta qué punto la IA, con su escucha sin límites pero sin alma ni cuerpo, puede (o debe) ocupar el sitio de las relaciones humanas auténticas? En ambos casos, la IA no solo escuchó, sino que desplazó a quienes antes apoyaban y acompañaban a estos adolescentes.

Resulta difícil no estremecerse ante la escena: jóvenes que, inclinados sobre la pantalla, confiesan sus miedos, anhelos y angustias a un interlocutor digital diseñado para responder, pero incapaz de comprender el peso real de una vida humana. Si algo nos enseñan estos dramas, es que ninguna tecnología podrá (¡ni debe!) suplantar al abrazo, la mirada o la conversación genuina. Porque al final, la empatía humana no es programable.

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