La filosofía y la retórica griegas llegaron al latín por primera vez en los discursos, cartas y diálogos de Cicerón (106-43 aC), el orador más grande de la República romana tardía. Abogado brillante, Cicerón fue una de las principales figuras políticas de la época de Julio César, Pompeyo, Marco Antonio y Octavio.
Una serie de alianzas lo llevaron al exilio y su asesinato, pero las escrituras de Cicerón apenas disminuyeron en influencia a lo largo de los siglos. Fue gracias a él que los pensadores del Renacimiento y la Ilustración descubrieron las riquezas de la retórica y la filosofía clásicas.
Marco Tulio Cicerón nació en Arpino, a unos 60 kilómetros al sureste de Roma. Su padre, un rico miembro de la orden ecuestre, pagó para educar a Cicerón y a su hermano menor en filosofía y retórica. Después de un breve servicio militar, estudió derecho romano bajo Quinto Mucio Escévola. Cicerón defendió públicamente su primer caso legal en el 81 aC, defendiendo con éxito a un hombre acusado de parricidio.
Cicerón fue elegido cuestor en el 75, pretor en 66 y cónsul en 63, el hombre más joven en alcanzar ese rango sin provenir de una familia política. Durante su mandato como cónsul, frustró la conspiración de Catilina para derrocar a la República. Tras la aprobación de la ejecución sumaria de los conspiradores clave, quedo vulnerable y tuvo que optar por el exilio.
Durante su exilio, Cicerón rechazó las proposiciones de César que podrían haberlo protegido, prefiriendo la independencia política a un papel destacado en el Primer Triunvirato. Cicerón estaba lejos de Roma cuando estalló la guerra civil entre César y Pompeyo. Se alineó con Pompeyo pero César ganó la guerra, regresando a Roma para recibir el perdón del dictador.
A Cicerón no se le pidió que se uniera a la conspiración para asesinar a César en el 44 aC, pero se apresuró a celebrarlo después del hecho. En las luchas intestinas que siguieron a la muerte de César, Cicerón realizó breves intentos de alianzas con personajes clave, primero defendiendo a Marco Antonio ante el Senado y luego denunciándolo como enemigo público en una serie de discursos fulminantes. Durante algún tiempo apoyó al advenedizo Octavio, pero cuando Antonio, Octavio y Lépido se aliaron en 43 para formar el Segundo Triunvirato, el destino de Cicerón quedó resuelto. Antonio dispuso que lo declararan enemigo público. Cicerón fue atrapado y asesinado por sus soldados, que se dice le cortaron la cabeza y la mano derecha y fueron llevadas para su exhibición en Roma: la venganza de Antonio por los discursos y escritos de Cicerón.
Cicerón fue uno de los escritores romanos más prolíficos, y el número de sus discursos, cartas y tratados que han sobrevivido a la era moderna es un testimonio de la admiración de generaciones sucesivas. Para Cicerón, la comprensión filosófica era la virtud suprema del orador. Fue profundamente influenciado por su propio entrenamiento en tres escuelas filosóficas griegas: el estoicismo de Lucio Elio Estilón y Diodoto, la retórica de Fedro y el acercamiento escéptico de Filón de Larisa, cabeza de la nueva Academia. Cicerón solía ponerse del lado de los estoicos, que valoraban la virtud y el servicio, sobre los epicúreos amantes del placer. Pero su nueva formación académica lo “armó” para combinar elementos de varias escuelas filosóficas para adaptarse a una situación dada.
Cicerón ofreció una nueva filosofía propia, pero también fue un traductor inigualable, convirtiendo las ideas griegas en un elocuente latín. Su otra contribución sin igual fue su correspondencia. Más de 900 de sus cartas sobreviven, desde despachos oficiales hasta notas informales para amigos y familiares. Gran parte de lo que se conoce sobre la política y la sociedad de su época es gracias a la correspondencia de Cicerón. Pocas de sus cartas fueron escritas para su publicación, por lo que Cicerón dio rienda suelta a sus exaltaciones, miedos y frustraciones.
El inventivo dominio de Cicerón en la prosa latina proporcionó un modelo para generaciones de libros de texto y gramáticas. Los padres de la Iglesia exploraron la filosofía griega a través de las traducciones de Cicerón, y muchos historiadores datan el comienzo del Renacimiento por el redescubrimiento de Petrarca de las cartas de Cicerón en 1345. Pensadores de la Ilustración como John Locke, David Hume, Montesquieu y Thomas Jefferson tomaron prestados pensamientos y giros de Cicerón. El crítico del siglo primero, Quintiliano dijo que Cicerón era “la elocuencia misma”.
Nitocris es considerada por muchos como la primera faraona del antiguo Egipto. Posiblemente reinó al…
Con un presupuesto récord y 11 Óscar, la versión de Charlton Heston de 1959 de…
La gente ha estado comiendo fuera de la casa durante milenios, comprando un refrigerio rápido…
La tertulia es una reunión informal donde las personas discuten un tema. Esta palabra se…
Las réplicas del terremoto de Lisboa de 1755 se sintieron hasta en Finlandia, y la…
El Tratado de París (1898) fue el tratado de paz firmado el 10 de diciembre…