¿Natalie Portman, Scarlett Johansson o… Tilly Norwood? Si pensabas que el mayor drama de Hollywood era el vestuario en la gala de los Oscar, abróchate el cinturón, porque el nuevo terremoto viene con chispa digital: una actriz virtual amenaza con revolucionar la industria, y no todos están dispuestos a aplaudir.
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¿Quién es Tilly Norwood? Un rostro perfecto… pero irreal
Tilly Norwood parece la próxima promesa de la pantalla: joven, de pelo castaño, cara pecosa y con esa chispa en los ojos que podría derretir a cualquier director de casting. Además, confiesa aspirar a convertirse en la nueva Natalie Portman o Scarlett Johansson. Solo hay un «pequeño» detalle: Tilly Norwood no existe. Por natural que parezca su cara, sus gestos o ese brillo londinense, esta actriz es fruto puro de la inteligencia artificial.
La culpable (en sentido artístico, que aquí nadie se asuste) es Xicoia, la división de inteligencia artificial de Particle6, bajo el timón de la holandesa Eline Van der Velden. Su ambición es clara y no la esconde: quiere que Tilly sea la gran heredera de las actrices más taquilleras, y de paso, conquistar Hollywood. ¿Cómo resistirse?
Ventajas (¿o tentaciones?) para la industria
La promesa es seductora para cualquier productor con la calculadora en la mano:
- Reducción de los costes de producción en un 90 %, según la empresa.
- Tilly nunca envejece, nunca enferma, tiene agenda libre… y por si fuera poco, el don de la inmortalidad digital.
Hasta ahora, Tilly ha dado vida solo a pequeños clips de unos 30 segundos, pero su posible fichaje por una conocida agencia de talentos, anunciado en el Festival de Cine de Zúrich, fue la chispa que encendió una hoguera de protestas en el sector.
La reacción de Hollywood: “¡Esto es una ofensa!”
Los sindicatos y actores de Hollywood no tardaron en saltar a la palestra. El sindicato SAG-AFTRA, sin pelos en la lengua, sentenció: “Tilly Norwood no es una actriz, es un personaje generado por un programa informático que se entrenó con el trabajo de innumerables intérpretes profesionales, sin permiso ni compensación”. ¿Quién dijo diplomacia?
Las quejas no se quedan en la teoría:
- Exigen que la creatividad siga en manos (humanas) y voces (reales).
- Se oponen radicalmente a la sustitución de intérpretes de carne y hueso por figuras sintéticas.
- Advierten a los estudios: no pueden usar “artistas sintéticos” sin cumplir con notificación y negociación, tal y como exige el contrato.
La oposición actoral se mantiene férrea. Cualquier parecido con una huelga anterior no es mera coincidencia…
¿Herramienta creativa o amenaza existencial? El debate ético y técnico
Para Van der Velden, madre digital de Tilly, todo esto no deja de ser una “obra creativa”, y rechaza la idea de que su criatura pueda sustituir a un ser humano. De hecho, compara su invento con “un nuevo pincel”, algo parecido a lo que se ve en la animación tradicional. Una herramienta, no un reemplazo.
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El debate está servido y no solo es una cuestión de celos profesionales: preocupa profundamente la ética y la opacidad sobre cómo ha sido entrenado el modelo de Norwood. Todd Bryant, profesor en la Tandon School of Engineering de la Universidad de Nueva York, lo resume con ironía: ignorar la inteligencia artificial sería “como meter la cabeza en la tierra”. O, lo que es lo mismo, querer luchar contra la marea con los bolsillos vacíos.
Para Bryant, la aparición de actrices virtuales abre un abanico de posibles usos en los que los propios actores podrían participar. Sugiere que esta tecnología sirva incluso como alternativa a la captura de movimiento, habitual ya en tantas películas donde los intérpretes reales “prestan” movimientos y expresiones a avatares virtuales. Aun así, reconoce que la tecnología actual tropieza en un aspecto fundamental: la química entre actores. Y aquí aparece el famoso “valle inquietante”, ese fenómeno inquietante (valga la redundancia) por el que, cuanto más realista es una réplica virtual, más rechazo provoca en el público real.
En conclusión, lo que está claro es que Hollywood tendrá que decidir si abraza este nuevo pincel tecnológico o si, con riesgo de parecer anclado en el pasado, se atrinchera en la pureza humana. Mientras tanto, la pregunta flota en el aire: ¿será Tilly Norwood una pionera creativa o la gota que colme el vaso de los actores? Como en cualquier buen guion, vale la pena quedarse a ver cómo termina la película.
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Manuel Sánchez es un periodista curioso por naturaleza, especializado en historias insólitas, datos sorprendentes y esas noticias que pocos se atreven a contar. Explora lo extraño, lo viral y lo inesperado con una mirada aguda y entretenida. Con estilo dinámico y siempre bien informado, le descubre los hechos más comentados… antes de que se hagan virales.
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