En 1432, el pintor flamenco Jan Van Eyck -con la ayuda de su hermano Hubert- completó su obra maestra, la Adoración del cordero místico, que luego se exhibió en la catedral de San Bavón en Gante, Bélgica. El enorme trabajo, que mide aproximadamente 4,4 por 3,5 metros y pesa más de dos toneladas, cuenta con 12 paneles interiores que representan, con gran detalle y color varias figuras y eventos bíblicos.
Considerada una de las obras de arte más importantes de la historia, el retablo o altar de Gante (como se lo conoce comúnmente) fue “la primera pintura al óleo importante” y marcó la transición de la Edad Media al arte renacentista. Desafortunadamente, también tiene la distinción de ser la obra de arte más robada, hasta siete veces.
La ajetreada historia del retablo incluye un intento de los calvinistas de robarlo y quemarlo en 1566 durante una ola de iconoclasia. Afortunadamente, los encargados de custodiarla frustraron el plan al ocultar la obra. En 1794 , las tropas invasoras de Napoleón robaron cuatro paneles, que terminaron en exhibición en el Museo del Louvre. Después de que Napoleón fuera derrotado en la Batalla de Waterloo (1815), Luis XVIII fue restaurado al trono, y como agradecimiento a Gante, que antes lo había protegido, devolvió las piezas robadas.
En 1816, un vicario de la catedral de Gante robó los paneles laterales para un comerciante de arte y terminaron en un museo de Berlín. Sin embargo, como una de las condiciones del Tratado de Versalles (1919), todos los paneles fueron devueltos a Gante.
En 1934, el panel inferior izquierdo, que muestra a los jueces justos, fue robado y se exigió un rescate. Los cacos devolvieron la pintura de San Juan Bautista que estaba en la parte posterior del panel. Sin embargo, el panel en sí nunca fue devuelto, y a pesar de las investigaciones y de las denuncias sobre su paradero, se cree destruido. Fue reemplazado en 1945 por una copia hecha por Jef Vanderveken.
Durante la II Guerra Mundial fue el turno de los nazis. Tanto Adolf Hitler como Hermann Göring querían desesperadamente la obra de arte. La gran atracción que sentían, según algunos, era debido a su obsesión por desmontar todo lo relacionado con el Tratado de Versalles. Otros han especulado que era una más de las reliquias cristianas que Hitler perseguía para su III Reich.
Sea cual sea la razón, las fuerzas de Hitler robaron finalmente el retablo, mientras iba camino al Vaticano para su custodia. Los nazis escondieron el retablo de Gante en una mina de sal con otras siete mil obras de arte saqueadas, y se salvó de la destrucción gracias a los Monuments Men -la unidad del ejército estadounidense encargada de salvar el arte saqueado por los nazis-.
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