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Àmpere, un genio muy despistado

ampere biografia
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Andrés María Àmpere nació en 1775. Su padre fue guillotinado durante el Terror. Era un sabio distraído que en 1820 descubrió la mutua acción de las corrientes eléctricas, sentando así las bases de la termodinámica.

Dio su nombre al amperio, unidad de medida de la corriente eléctrica que corresponde al paso de un culombio por segundo. Según el diccionario, equivale a la intensidad de una corriente que al atravesar un voltímetro durante un segundo libera 0,01035 miligramos de hidrógeno.

Àmpere dio también su nombre a los amperímetros

Era la personificación del sabio distraído, siempre en las nubes. Un día, debiendo salir de su casa de improviso, dejó un papel en la puerta en el que había escrito: «He salido». Cuando volvió al cabo de un par de horas, leyó el papel y se fue otra vez a la calle.

Salió un día del Instituto pensando en un problema y, de pronto, le pareció haber encontrado la solución. Llevaba en el bolsillo un trozo de yeso y vio ante sí una pizarra, empezó a escribir cifras y más cifras y no se dio cuenta de que la pizarra se movía. Él caminó tras ella, cada vez más rápido, hasta que la pizarra corrió más que él y desapareció de su vista. Entonces comprendió que había estando escribiendo en la parte trasera de un coche de punto.

En cierta ocasión, cuando se disponía a dictar su habitual lección en la cátedra de Física que le estaba encomendada, vio en el suelo un guijarro que le pareció curioso. Lo cogió y lo estuvo examinando largo rato. Se dio cuenta de que tal vez llegaba tarde a su lección. Consultó el reloj y comprobó que efectivamente se retrasaba. Con gesto rápido se introdujo el guijarro en el bolsillo y arrojó el reloj al Sena desde el puente de Beaux-Arts.

Durante una visita de Napoleón al Instituto de Francia, le fue presentado a Àmpere, quien le preguntó al emperador:

  • «Y usted, ¿cómo se llama?»

Napoleón advirtió y disculpó la distracción del sabio y le invitó a cenar al día siguiente. Àmpere olvidó acudir.

A pesar de todo tenía una gran memoria, como muchos distraídos; recordaba casi todos los libros de la biblioteca de su padre que había leído cuando niño. Poco antes de morir le dijo a un amigo que leía la Imitación de Cristo: «No te molestes en leérmela. La sé de memoria». Y recitó varias páginas para demostrarlo.

La muerte de Àmpere, en 1836, fue debida a una distracción. Llegó a su casa bajo una lluvia torrencial y se acostó sin soltar de la mano su paraguas empapado. Contrajo una aguda pulmonía a causa de la cual falleció.

(*) Referencias: Carlos Fisas – Historias de la historia 3ªserie

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