La figura de advocatus diaboli, o defensor del diablo, existió en la Iglesia durante siglos
Hoy conocido como «promotor de la fe» desde la Reforma de 1983, la frase «abogado del diablo» nos es muy familiar a todos. Lo usa una persona que adopta una postura contraria, especialmente cuando defiende una idea en la que no cree realmente.
El catolicismo está impregnado de rituales y tradiciones como cualquier institución con 2.000 años de antigüedad. La canonización ha existido de una forma u otra desde los comienzos de la religión. Es el proceso por el cual la Iglesia nombra oficialmente a alguien como santo y lo agrega al santoral oficial.

La canonización es un proceso prolongado que lleva su tiempo, al menos hasta la llegada de Juan Pablo II y sus «canonizaciones express», sin mencionar un milagro o dos (o más). Implica varios procedimientos formales que terminan en santidad. Un candidato primero comienza como un «Siervo de Dios», seguido por la designación «Venerable». Luego viene la beatificación y finalmente la santidad.

Aquí es donde entra en juego el abogado del diablo. En 1587, el Papa Sixto V estableció formalmente la posición de advocatus diaboli, que es en latín, lo adivinaron, «abogado del diablo». Durante los procedimientos de beatificación y canonización contradecía a la iglesia para cuestionar la santidad del candidato.
Y no era una tarea particularmente agradable para el defensor; como declaró la Enciclopedia Católica de 1913: «es su deber sugerir explicaciones naturales para supuestos milagros, e incluso presentar motivos humanos y egoístas para hechos que han sido contados como virtudes heroicas». Su trabajo fue visto como difícil pero necesario.
Juan Pablo II y la canonización express









Como la fiscalía, pero más en serio. Una expresión que siempre me encantó: adoptar una postura contracorriente a sabiendas que te va a caer la del pulpo, porque si te pasas podrían tacharte de satánico, íncubo o súcubo -depende de la posición- de Satanás.
Saludos, amigo Félix.
A mi también me gusta, de hecho la procuro ejercer cada vez que puedo, aunque sea por llevar la contraria y fastidiar, jaja
Un saludo, querido Cayetano.