Mercedes Sosa, célebre cantante y activista política argentina tenía una voz cálida y profunda, pero sobre todo un gran sentido de la justicia. Apodada como «la voz de América Latina», fue aclamada como baluarte de la agitación política y social que afligió a su tiempo.
Nacida en San Miguel de Tucumán, capital de una de las provincias más pequeñas de Argentina, en una familia obrera de ascendencia mixta francesa y amerindia (quechua), comenzó a cantar y bailar folk cuando era niña. A los 15 años, Sosa ganó un concierto de canto patrocinado por una emisora de radio local. El premio fue un contrato de dos meses para promocionarse, y esto le permitió convertirse en profesional.
Después de casarse con el músico Manuel Oscar Matus, la pareja comenzó a buscar nuevos horizontes en la música latinoamericana. Esto les llevo, a principios de 1960, a abrazar la nueva canción de movimiento, que se hizo muy popular en Chile, con Victor Jara, y Cuba, con Silvio Rodríguez.
Sosa y Matus eligieron canciones que se adaptaran a su voz, como Gracias a la Vida de Violeta Parra y Si Se Calla el Cantor de Horacio Guarany, y su éxito ayudó a popularizar este movimiento musical. La habilidad de Sosa para transmitir un amplio rango emocional hizo que los oyentes se conectaran fuertemente con el mensaje que transmitía. Apodada «La Negra» debido a su cabello largo y negro y su herencia amerindia, Sosa editó una serie de discos como Romance de la Muerte de Juan Lavalle y Mujeres Argentinas, que la consolidaron como artista.
Como defensora de los derechos de los pobres, Sosa se hizo conocida como «la voz de los sin voz». Pero su rebeldía trajo problemas a Sosa cuando el ejército argentino, bajo el mando de Jorge Videla, dio un golpe de estado en marzo de 1976. Inicialmente, sólo algunas de las canciones de Sosa fueron censuradas, pero al ser vista internacionalmente como una voz de libertad, el acoso aumentó.
A principios de 1979, Sosa actuaba en la ciudad universitaria argentina de La Plata cuando los militares detuvieron el concierto. La arrestaron en el escenario y 350 miembros del público. Sosa fue detenida durante 18 horas hasta que la presión internacional obligó a su liberación (tuvo que pagar una gran multa), pero este suceso, junto con un número creciente de amenazas de muerte, la obligó a huir a Europa, donde vivió en Madrid y París.
Sosa encontró el exilio difícil y regresó a la Argentina a principios de 1982 cuando aún la junta militar se mantenía en el poder, y tuvo una gran bienvenida con una serie de conciertos que dio en el Teatro Colón de Buenos Aires, acompañada de cantantes argentinos célebres. La fama de Sosa creció a escala internacional -compartió escenarios o estudios con artistas como Luciano Pavarotti, Sting y Shakira-.
En una carrera que abarca casi seis décadas, lanzó 70 álbumes. Ganó tres premios Grammy Latinos y recibió un gran número de títulos honoríficos, incluyendo el premio del Fondo Voluntario de las Naciones Unidas para la Mujer (Unifem) en reconocimiento a su defensa de los derechos de la mujer. Permaneció políticamente activa y se opuso rotundamente a Carlos Menem cuando era presidente argentino.
«No elegí cantar para la gente», dijo Sosa en una entrevista poco antes de morir. «La vida me eligió para cantar».
Hubo gente que tomó partido frente a los militares golpistas y muchos lo pagaron con la cárcel, el exilio o, como el propio Víctor Jara, con la tortura y la muerte.
Todos estos cantautores latinoamericanos fueron un referente cultural, musical e ideológico para muchos de mi generación que sufrimos también una dictadura. A mí me pilló todo esto en tiempos universitarios.
Un saludo, Félix.
Las nuevas generaciones -en general- no saben agradecer lo que lucharon nuestros padres y abuelos por conseguir una sociedad más libre y justa…
Un saludo, Cayetano