A muchos niños se les ha regañado por tocar los platos de porcelana fina de su abuela. Esos niños han crecido pensando que la porcelana es un material frágil que debe manipularse con cuidado (o mejor aún, no tocarlo). Puede sorprenderlos que no es un material tan frágil y que una vez hubo una gran torre construida con ese material. Y era muy hermosa.
La Torre de Porcelana de Nanjing fue una pagoda construida por la dinastía Ming a principios del siglo XV. Esta torre, que es parte del complejo de templos más grande de Bao En Si (traducido como ‘Templo de la Gratificación Devuelta’), a veces se considera una de las ‘Siete Maravillas del Mundo Medieval’.
De hecho, esta pagoda fue considerada como la pagoda más bella de China -y a fe que ha habido muchas-, ya que, a diferencia de las convencionales hechas de madera, las paredes de esta pagoda eran de ladrillos de porcelana blanca, de ahí su nombre. Desafortunadamente, la Torre de Porcelana fue destruida durante el siglo XIX, aunque una réplica moderna de la estructura fue construida durante el siglo XXI y ahora está abierta al público.
Una construcción de la dinastía Ming
Se dice que la Torre de Porcelana de Nanjing fue encargada por el emperador Ming Yongle en 1412. Tardó 17 años en completarse. Esta torre, junto con el complejo de templos circundante, fue construida por el emperador para honrar a sus padres. Como esto era una expresión de la gratitud filial del emperador, el complejo del templo se llamó así ‘Bao En Si’. Poco se ha dicho sobre el templo en sí, ya que estaba eclipsado por la mucho más famosa Torre de Porcelana.
Una pagoda de porcelana
La Torre de Porcelana es una pagoda, que es parte de la arquitectura tradicional china. La estructura de la pagoda se derivó de las estupas, un monumento originario de la India que solía usarse para albergar las reliquias de los santos budistas. Esta estructura sagrada llegó a China con el budismo y luego se transformó en la pagoda.
Estas estructuras fueron construidas originalmente de madera, aunque el ladrillo y la piedra se utilizaron también más adelante. Las pagodas son como torres, con múltiples niveles, y su interior puede ser sólido o hueco. Dentro de una pagoda hay un tramo de escaleras que permite a las personas subir a la cima, donde se puede disfrutar de una vista panorámica del paisaje circundante.
No es la más grande, pero posiblemente la más hermosa
Se cuenta que la Torre de Porcelana tenía una altura de 79 metros, con una base octogonal de 30 metros de diámetro. Inicialmente había planes para extender la altura de la torre a 101 metros agregando cuatro pisos adicionales, aunque esto nunca se realizó.
La Torre de Porcelana puede no haber sido la pagoda más alta jamás construida (la Pagoda Liaodi en Hebei, por ejemplo, tiene 84 metro de altura), pero podría decirse que fue la más hermosa. Durante el día, los rayos del sol se reflejaban en la porcelana, haciendo que la pagoda brillara. Por la noche, alrededor de 140 linternas se encendían para iluminarla.
El resurgir de una torre preciosa
Desafortunadamente, la Torre de Porcelana de Yongle ya no existe. En 1853, Nanjing fue capturada por los rebeldes de Taiping, milenaristas cristianos chinos que estaban en guerra con la dinastía Qing. Cuenta la historia que la pagoda todavía estaba en pie en el año siguiente, aunque en 1856 fue completamente destruida por los rebeldes, ya sea para evitar que fuera utilizada por el enemigo como punto de observación, o por superstición.
En 2008, una gran cantidad de reliquias budistas fueron desenterradas por arqueólogos excavando en las ruinas de la pagoda de porcelana. En 2010, una donación de mil millones de yuanes (unos 150 millones de dólares) fue supuestamente donada por Wang Jianlin, el presidente del Grupo Dalian Wanda, para el proyecto Porcelain Heritage Park.
El resultado es la reconstrucción de la pagoda original en acero y vidrio. Además de la torre, cuenta con un parque que incluye un futurista museo de temática budista. El parque ha estado abierto al público desde 2015.
O sea que cuando el emperador Ming Yongle recompensó económicamente al arquitecto y al maestro de obras por su trabajo, pudo decir aquello de «he pagado la pagoda».
Un saludo.
Juas, no sé hasta que punto les pagaba bien o mal. Ya sabes como se las gastaban estos señores. Las ñapas no les salían caras.
Saludos!