A lo largo de la historia, y desde el principio de la humanidad, la pérdida de pelo ha sido una de las grandes preocupaciones del hombre.
Cuando el cabello comenzaba a caerse, se hacía lo que fuese necesario para mantener una cabeza digna, y para ello, nada mejor que echar un vistazo a estos maravillosos remedios del pasado (no probados por el que suscribe).
Según el papiro Ebers (uno de los tratados médicos más antiguos conocidos 1550 a.C.), mezcla la grasa de un hipopótamo con la de un cocodrilo y serpiente. Si esto falla, hierve el pelo de un puerco espín y aplícalo en el cuero cabelludo durante cuatro días.
Hipócrates recomendaba una mezcla de opio, rábano picante, excrementos de paloma, remolacha y especias. Si no te atrae, fíjate en el método de Aristóteles: orina de cabra.
Cuando la cabeza de Julio César empezó a adelgazar, Cleopatra sugirió que cocinara una poción con ratones, dientes de caballo y grasa. Otra receta romana: 1) coger los genitales de un burro, 2) quemarlos, 3) mezclar la ceniza con la orina, y 4) aplicar generosamente!
Los legendarios vikingos sugerían frotar tu cabeza con un montón de caca de ganso.
Coger un cuervo , quemarlo y mezclarlo con cenizas de oveja. (Siglos después, los irlandeses y los británicos comenzaron a frotarse sus cuero cabelludo con cebollas en lugar de esto, obvio progreso).
De acuerdo con la Enciclopedia del Cabello (que suponemos es la autoridad en este tipo de cosas), los chinos mezclaban aceite de cártamo, romero y hierbas con testículos de animales machacados.
Es simple: Hay que ponerse un turbante.
Algunas tribus creían que una cataplasma de estiércol de pollo o estiércol de vaca obraría el milagro.
Aunque los nativos americanos optaban por el estiércol animal, el famoso rey pensaba de otra manera. Optaba por frotar su cabeza con orina de perro y caballo.
¿Te dedicas a la música? He aquí un extracto de un artículo científico de 1896 :
“Mientras que los instrumentos de cuerda impiden y detienen la caída del pelo, los instrumentos de cobre tienen efectos dañinos sobre él. El piano y el violín, especialmente el piano, tienen una indudable influencia preservadora…, al contrario, los instrumentos de metal tienen resultados que son deplorables”.
!La calvicie a distancia! Èmile Couè creía que el pensamiento positivo, llamado autosugestión, podía arreglar casi cualquier cosa. Escribió:
“En nuestras cabezas hay pequeñas estructuras llamadas folículos, de las cuales crece el cabello. Cuando pierden su elasticidad, su pelo se cae. Cuando la autosugestión comienza a funcionar, estos folículos comienzan a cerrarse y a funcionar normalmente, y pronto el pelo crece”.
En 1988, el tabloide The Sun publicó una cura de la calvicie descubierta por el granjero suizo Gerhardt Flit. ¿La cura? Leche de murciélago. Costaba $ 3500 por onza.
Referencias: MentalFloss
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