La humanidad ha anhelado siempre predecir el futuro, unas ocasiones con más fortuna que otras. Hildebrand, una empresa alemana de chocolates, lanzó unas postales que representaban la “dulce” vida que nos esperaba en el siglo XXI. Los trenes servirían como transatlánticos, las ciudades serían móviles gracias a que se construirían sobre vías, y las máquinas voladoras serían el método de transporte favorito.
Cruzar el mar y llegar de un país a otro sería de lo más fácil gracias a esta combinación de ferrocarril y barco. Navega a través del océano y continúa tu viaje en tierra con facilidad.
Es una pena que estas máquinas voladoras personales tan fashion nunca se hayan convertido en realidad. Con alas y un arnés, estos señores y señoras del futuro podrían volar fácilmente a su destino.
¿Quieres cambiar de barrio?. Muy sencillo, simplemente conecta tu casa a un tren a vapor y muévala a un nuevo vecindario.
Entre la miríada de avances que los chocolateros creían que aportaría el año 2000, el pavimento móvil era uno de los más imaginativos. Con bancos incorporados, este ingenio permitiría al público pasear por la calle sin tener que enfrentarse a la ardua tarea de usar sus dos pies y caminar.
Gracias a este sistema que auguraban, ver una obra de teatro a distancia sería algo normal. Esta si es una predicción profética, nos suena al televisor, ¿verdad?.
Al igual que las máquinas voladoras personales, estas aeronaves serían el medio de transporte perfecto para la familia moderna. Olvida carruajes y calles abarrotadas; vuela por los cielos en tu propio zepelín, muy por encima de las ciudades.
La máquina de rayos X de la policía podría ver a través de las paredes e identificar a los criminales en el acto. Por supuesto, esto requeriría que la policía del futuro estuviera dotada de la capacidad de saber con precisión dónde se produciría un delito.
Las “ciudades techadas” serían una opción muy interesante para protegerlas de las inclemencias del tiempo.
Un ‘Paseo en el agua en el año 2000’ muestra a señoras y caballeros luciendo una especie de botes en sus pies y globos para mantenerlos a flote. Un audaz hombre incluso usa una noria mientras un caballo y un carro flotan en la distancia.
Imagina que un mal día se convierta en soleado sólo con pulsar un interruptor. Para usar el tren de control del clima, uno simplemente tiene que apuntar el dispositivo hacia el cielo y listo, sonríe mientras las nubes se disipan.
Una maravilla, con ese toque ingenuo o naif de las ilustraciones.
Un saludo.
Cuando las encontré, me enamoré de las postales. Son una gozada, mención aparte merecen las predicciones 🙂
Un saludo, Cayetano.