Para conseguir ser canonizado por la Iglesia Católica y poder entrar en la amplia y selecta «lista de Santos» el camino es largo. La investigación efectuada por la diócesis donde vivía la persona se envía a la Congregación para las Causas de los Santos en Roma, que instruye el expediente. Así, comienza un juicio con un abogado que defiende la causa (el postulador) y otro que la niega (el llamado coloquialmente «el abogado del diablo»).
Para ser finalmente canonizado y tener acceso a la santidad debe tener al menos dos milagros a su cargo. La decisión final corresponde al Papa. Desde los primeros siglos de la Iglesia, el número de evangelizados ha disminuido gradualmente. Esto no impidió que Juan Pablo II canonizara a «diestro y siniestro» en todos los continentes que visitó, para mejorar la universalidad de la Iglesia y apoyar el trabajo de evangelización.
También es posible, y así lo contempla la Iglesia, la canonización «por aclamación». Es decir, solicitado espontáneamente por los creyentes en manifestación popular. Un ejemplo de ello lo tenemos en el funeral de Juan Pablo II en San Pedro, con pancartas del estilo «Santo Subito» (Santo Inmediatamente).
Santos en todas las religiones. Los católicos honran y veneran a sus santos, así como los ortodoxos y los anglicanos. La cosa se complica con los protestantes, pues rechazan el culto a los santos. Pero se celebra la memoria de sus mártires, perseguidos a causa de su fe, aunque no aparecen siempre en sus liturgias.
Para los budistas, la Santidad se reconoce más por la gran espiritualidad de la persona que por sus milagros. El Dalai Lama tiene el título de «Santidad» y varios grandes maestros del pensamiento también llevan el título como Ananda, el más fiel discípulo de Buda, Sariputra, un gran sabio, o Katyayana, maestro de la discusión.
Chinos, japoneses y tibetanos también tienen sus propios santos o «nobles» para ser más exactos en la terminología. Hay que tener en cuenta que el budismo es un viaje continuo hacia el estado de pureza enseñado por los maestros, atravesando varias etapas, hasta llegar al famoso «Nirvana».
La religión musulmana no es una excepción, aunque algunos sunitas condenan el culto a los santos. El poder del sufismo y su cohorte mística ha dado un gran número de santos al Islam. Encontramos muchos que «protegen» barrios o hasta empresas y corporaciones, pero siempre son reconocidos por los fieles y no por una «designación oficial».
Milagros, curas, cambios de forma, multiplicación de alimentos, etc. Todo vale en el camino a la santidad, en la ascensión al Olimpo particular de cada cual. Luego, las pegatinas y los llaveros harán que tu figura pase a la inmortalidad…
Imágenes: Flicrk
Son apoyos y ayudas y a mucha gente le hace bien.
Para mi el ideal es ser santa en vida porque soy de las que pienso que después de muerto el burro la cebada al rabo. Ni quiero ni lágrimas, ni flores, ni lápidas ni voluntades póstumas, y menos ay que buena era. Uff.
Bss
Sí, Katy. Las «muletas» donde muchos se apoyan, y si es para bien, bienvenido sea. Yo no llego a santo ni en vida ni muerto, ni de broma. No tengo «puntos» suficientes 😛
Bss
San Cayetano saluda a san Félix. Si es que somos la repera.
Lanzados al «estrellato» don Cayetano 😉
Enhorabuena!
Te felicito por ser finalista y te animo también a visitar otro blog finalista que estoy escribiendo, en mi caso en el ámbito de solidaridad y cooperación internacional
https://cooperacioambalegria.wordpress.com
Un fuerte abrazo
Iñaki
Gracias Iñaki. Pasaré a visitaros 🙂
Un abrazo