Un anatomista alemán analizó una fotografía del esqueleto de Bach para calcular el impresionante alcance del compositor en el teclado
Un genio musical tiene muchas dimensiones. En el caso del compositor Johann Sebastian Bach (1685-1750), una notable dotación anatómica pudo haber mejorado y de que manera su virtuosismo. En un estudio publicado en una revista científica alemana, el anatomista y músico Andreas Otte dedujo que Bach tenía un alcance excepcional en el teclado.
Utilizando una foto que los historiadores creen que es el esqueleto de Bach (1), Otte calculó el tamaño de la mano, casi 22 cm desde la muñeca hasta la punta de los dedos, y su alcance, hasta 26 cm desde el pulgar hasta el último dedo con la mano abierta de par en par. Usando esas medidas, Otte pensó que Bach podría tocar lo que se llama un 12º: una posición al alcance de muy pocos. Ese alcance es poco común incluso hoy, cuando los humanos generalmente somos más grandes que en la época de Bach.
«No podemos juzgar exactamente cuán relevante es el lapso de la mano para el arte de un músico», dice Otte. E insiste en que su investigación no debe interpretarse como el único condicionamiento de la destreza musical de Bach: «Eso sería un sacrilegio».
Su fecunda obra es considerada la cumbre de la música barroca; destaca en ella su profundidad intelectual, su perfección técnica y su belleza artística, además de la síntesis de los diversos estilos nacionales de su época y del pasado.
Entre sus obras más conocidas se encuentran los Conciertos de Brandeburgo, El clave bien temperado, la Misa en si menor, la Pasión según San Mateo, El arte de la fuga, Ofrenda musical, las Variaciones Goldberg, la Tocata y fuga en re menor, varios ciclos de cantatas (entre ellas las célebres BWV 140 y BWV 147), el Concierto italiano, la Obertura francesa, las Suites para violonchelo solo, las Sonatas y partitas para violín solo, los Conciertos para teclado y las Suites para orquesta.
(1).- El descubrimiento de los restos de Bach: En 1894 debido a la remodelación de la Iglesia de Leipzig, parte del cementerio fue removido y se aprovechó para buscar los restos de Bach. Sabiendo que Bach fue enterrado en un cofre de encina, y que el año de su muerte sólo 12 de los 1.400 cuerpos enterrados fueron sepultados en esas urnas, se logró detectar 3 restos de esos 12 ataúdes el 22 de octubre de 1894. Estos féretros fueron abiertos en presencia del profesor de anatomía de la Universidad de Leipzig, Wilhem Hiss (1831-1904), cuyo hijo homónimo alcanzara fama con posterioridad por su descripción del fascículo auriculoventricular (haz de Hiss).
Uno de los cofres mortuorios contenía el esqueleto completo de un “hombre mayor, no muy alto pero bien constituido”. El cráneo “era fuerte y de forma característica, presentando una amplia frente, una fuerte glabela, órbitas relativamente bajas cuyas amplitudes excedían su altura y fuertes mandíbulas con una protruyente mandíbula inferior”. Fue evidente para Hiss que este cráneo era especial e inició un prolijo análisis de identificación comparando estos restos con los retratos de Bach disponibles en Leipzig pintados por JG Haussmann. La comparación fue claramente concordante, los retratos mostraban los rasgos fisonómicos del cráneo encontrado. No conforme comisionó a un escultor, CS Seffner, para que modelara un busto en base a una máscara obtenida del cráneo y apoyado por los retratos. El resultado fue también muy concordante.
Referencias: Revista médica de Chile, La enfermedad de Johann Sebastian Bach y su mediático médico inglés – National Geographic – Wikipedia – Imágen esqueleto Bach: BIBLIOTECA ESTATAL Y UNIVERSITARIA SAJONA DE DRESDE
¡Qué tío!
Casi todo el mundo presume de esos 22 centímetros, como Bach.
Un saludo.
Jajaja, que cosas tiene usted 🙂