En 1923, Frederick Banting y John Macleod recibieron el Nobel de Medicina por su descubrimiento de la insulina. Banting compartió el premio con su colega, el Dr. Charles Best. Recibió el premio a los 32 años, y sigue siendo el más joven en conseguirlo el área de Fisiología/Medicina. En 1934 fue nombrado caballero por el rey Jorge V.
Pero su vida no sólo se reduce a la insulina. Después de la escuela secundaria, fue a la Universidad de Toronto para estudiar Teología, aunque pronto se pasó a la carrera de medicina. En 1916 se unió al Cuerpo Médico del Ejército Canadiense, sirviendo en Francia durante la I Guerra Mundial. En 1918 fue herido en la batalla de Cambrai y, a pesar de sus heridas, ayudó a otros heridos durante dieciséis horas hasta que otro médico le dijo que se detuviera. En 1919 fue galardonado con la Cruz Militar por su heroísmo.
Después de la guerra, Banting regresó a Canadá para completar sus prácticas quirúrgicas. No pudo conseguir un sitio entre el personal del hospital, por lo que continuó sus prácticas mientras enseñaba ortopedia y antropología a tiempo parcial en la Universidad de Western Ontario. De 1921 a 1922, impartió clases de farmacología en la Universidad de Toronto.
Un artículo que leyó sobre el páncreas despertó el interés de Banting por la diabetes. Tenía que dar una charla sobre el páncreas en una de sus clases en la Universidad en 1920, y por lo tanto estaba leyendo literatura de otros científicos al respecto. Las investigaciones de Naunyn, Minkowski, Opie, Schafer y otros sugerían que la diabetes se debía a la falta de una hormona segregada en el páncreas. Schafer había llamado a esta supuesta hormona “insulina”.
Pensaba que la insulina se encargaba de regular la cantidad de glucosa de la sangre; la falta de ella conducía a un aumento de azúcar en la sangre. Los intentos de extraer la insulina de las células del páncreas no tuvieron éxito, y ese era el reto, extraerla antes de que se destruyera.
Banting discutió su enfoque para extraer la insulina de las células de Langerhans con J. J. Macleod, profesor de fisiología en la Universidad de Toronto. Este, le proporcionó instalaciones para sus experimentos y la asistencia de uno de sus estudiantes, el Dr. Charles Best. Ambos, con la ayuda del bioquímico James Collip, comenzaron la producción de insulina por este medio.
Banting y Macleod fueron galardonados conjuntamente con el Premio Nobel de 1923 en Fisiología o Medicina. Banting se mostró contrariado porque compartía el premio con Macleod, de quien consideraba que no había contribuido lo suficiente para merecerlo. Finalmente decidió dividir su mitad del premio con Best.
En ese momento, las grandes compañías farmacéuticas ofrecieron a Banting enormes sumas de dinero por la patente de su descubrimiento. Sin embargo, este gran hombre dijo que la insulina era su regalo a la humanidad, y que estaría disponible para todos los que la necesitaran en lugar de ser una mercancía para beneficio de nadie.
Gracias Felix..muy interesante , no solo el descubrimiento , el alivio para muchas personas que la padecemos , y muy importante , que dice mucho de un ser humano y que deberiamos tener…el desprendimiento de cosas materiales..
Estos son los seres humanos que hacen avanzar la humanidad para bien. Fleming hizo lo mismo con la penicilina y millones de vidas se salvaron gracias a su gesto. Les debemos mucho…
Gracias a ti y un abrazo!
Que historia más maravillosa.
Es una de esas historias que hace recobrar, momentáneamente, mi fe en la humanidad.
¿A qué sí? A mi me ocurre igual, gracias a personas así hemos avanzado en positivo, les debemos mucho.
Un saludo, tarrabruxelles!