Steno era un verdadero hombre del Renacimiento. Vivió cuando las personas con inquietudes no se apegaban a una sola disciplina. Se adentró en medicina, odontología de tiburones, bestias antiguas y, en última instancia, inició el estudio de la geología. Steno simplemente siguió a su curiosidad, sin importar a dónde le condujera.
Nuestra historia comienza en Florencia, Italia, donde Steno, entonces un médico en ciernes, se estableció después de años de estudiar en toda Europa occidental. Ya había desafiado varias suposiciones científicas de larga tradición, había investigado las formas cambiantes de los músculos y había descubierto una glándula desconocida en las cabezas de los mamíferos (la llamó «ductus stenonianus»).
Se había trasladado a la ciudad fiorentina en 1665 para unirse a la corte del Gran Duque de Toscana y reunir para él un «gabinete de curiosidades», básicamente una sala llena de maravillas naturales. Tales colecciones estaban a medio camino entre un espectáculo de feria de carnaval y el sótano de un departamento de ciencias de universidad. Hombres como Steno reunieron, etiquetaron y exhibieron animales, vegetales y minerales de todo tipo.
Y llegamos al episodio clave: unos pescadores atraparon a un enorme tiburón blanco en 1666, lo diseccionaron en trozos para poder transportarlo mejor y ¿adivináis quién se quedó con su cabeza parar su estudio?.
Al examinar los dientes del tiburón, Steno se sorprendió por su parecido con ciertos objetos pedregosos, llamados glossopetrae -lengua de san pablo o dientes de tiburón- que se encontraban en ciertas rocas. Eruditos antiguos, como el autor romano Plinio el Viejo, habían sugerido que estas piedras caían del cielo o de la luna. Otros opinaban, también desde la antigüedad, que los fósiles crecían naturalmente en las rocas.
Estas teorías no tenían mucho sentido para Steno. ¿Y si los glossopetrae se parecían a dientes de tiburón porque eran realmente dientes de tiburón, depositados allí cuando las rocas estaban cubiertas de océanos?
Nicolas Steno es el padre de la Geología
Esto suena bastante obvio nosotros hoy en día. Pero en ese momento, la mayoría de científicos despreciaron la idea. Si los fósiles alguna vez fueron huesos, ¿cómo podrían haberse conservado en la roca? ¿Cómo podría un sólido, como la piedra, asociarse con otro sólido, como los dientes? Buenas preguntas, que preocupaban a Steno. Así que decidió que aquello requería más investigación.
Tres años después de comenzar su estudio del tiburón, Steno llegó a la conclusión de que todas las rocas debieron haber sufrido un proceso de solidificación alrededor y encima de los fósiles. Como la «roca nueva» va superponiéndose a la «roca vieja», se dio cuenta de que debían existir capas horizontales o estratos en toda la tierra.
Esta idea ayudó a explicar una parte fundamental de la geología: cuanto más profundo cavas, más antigua es la piedra. Esta fue la primera vez que se definió que la geología podía distinguir diferentes períodos de tiempo en la historia de la Tierra, un enfoque que desarrollarían espectacularmente científicos posteriores. Esto permite a los geólogos modernos sacar conclusiones sobre el pasado, en función de la profundidad de las rocas que estudian. El avance es esencial para el estudio de las antiguas sociedades humanas, los dinosaurios y el cambio climático histórico.
Steno publicó en 1669 sus observaciones geológicas en De solido intra solidum naturaliter contento dissertationis prodromus. En este trabajo, un hito en la literatura de la geología, sentó las bases de la ciencia de la cristalografía. Informó que, aunque los cristales de cuarzo difieren mucho en apariencia física, todos tienen los mismos ángulos entre las caras correspondientes. Además, propuso la idea revolucionaria de que los fósiles son los restos de organismos vivos antiguos y que muchas rocas son el resultado de la sedimentación.
Steno fue el primero en darse cuenta de que la corteza de la Tierra contiene una historia cronológica de los eventos geológicos y que la historia puede ser descifrada mediante un estudio cuidadoso de los estratos y fósiles. Rechazó la idea de que las montañas crecían como los árboles, proponiendo en cambio que están formadas por alteraciones de la corteza terrestre. Obstaculizado por la intolerancia religiosa y el dogma -para no salirse del guión de la Biblia-, Steno se vio obligado a colocar toda la historia geológica dentro de un lapso de 6,000 años.
En el final de su vida Steno abandonó la ciencia por la religión. Tomó las órdenes sagradas en 1675, fue nombrado obispo en 1677 y vicario apostólico del norte de Alemania y Escandinavia.
Y Robert Hooke en su «Micrographia»?