Los viajes de los vikingos: La búsqueda de Constantinopla

Ningún lugar en la Tierra era tan codiciado por los como , pero los guerreros escandinavos nunca podrían romper las formidables defensas de la ciudad más rica del mundo a pesar de ser tenaces en sus ataques. Solamente después de que algunos vikingos se convirtieran en los guardaespaldas personales del emperador bizantino fue cuando pudieron tomar una parte de la riqueza de Constantinopla.

Los épicos viajes de los vikingos a las islas británicas, Islandia, América del Norte y otros puntos al oeste tienden a oscurecer el hecho de que los guerreros escandinavos también se aventuraron lejos al este por toda Europa y partes de Asia. Mientras que los daneses y los noruegos navegaban hacia el oeste, los luchadores y los comerciantes suecos viajaron en dirección opuesta, atraídos inicialmente por las monedas de plata de gran calidad acuñadas por el califato abasí que se extendía a través del Oriente Medio.

Estos vikingos que cruzaron el mar Báltico y descendieron a través de Europa del este fueron llamados . A medida que los Rus pasaron por los ríos Dnieper y Volga, iban estableciendo asentamientos a lo largo de las rutas comerciales hacia los mares Negro y Caspio y conquistaron las poblaciones eslavas nativas de la Rusia actual, Bielorrusia y Ucrania.

A mediados del siglo IX, se presentaron en Bagdad. La capital del califato abasí pasaba por ser la ciudad más grande del mundo con una población de más de un millón de personas, pero no logró captar la imaginación vikinga tanto como Constantinopla, la capital del Imperio bizantino que se decía que albergaba riquezas aún mayores.

“La seda y el oro eran los grandes señuelos,” dice John Haywood, que narra las hazañas de los invasores escandinavos en cuatro continentes en su libro “Hombres del Norte: La Saga Vikinga, 793 a 1241 dC”. Los Rus habían oído historias fabulosas sobre las riquezas de Constantinopla. La seda, era un producto de gran prestigio con el que intercambiaban esclavos, pieles, cera de abejas y miel con los bizantinos. Constantinopla era también uno de los pocos lugares en el que todavía se usaban monedas de oro, aunque escasas en comparación con el período romano.

La ubicación de Constantinopla en las orillas del estrecho del Bósforo, que divide Europa de Asia, le permitió convertirse en una próspera encrucijada de comercio, la ciudad más grande de Europa y la ciudad más rica del mundo. Los grandes tesoros requerían fuertes defensas. La ciudad más fuertemente fortificada del mundo, Constantinopla, fue rodeada por un foso y tres paredes paralelas. Además, una cadena de hierro que podía ser estirada a través de la boca del puerto de la ciudad la protegía de un asalto naval.

No se sabe cuándo llegaron a Constantinopla, pero antes del 839 un grupo de embajadores llegaron a la corte como parte de una misión diplomática. En junio del 860, los Rus lanzaron un ataque sorpresa contra Constantinopla en un momento en que la ciudad se quedó en gran medida indefensa cuando el emperador bizantino Miguel III (el beodo) se fue con su ejército a combatir en Asia Menor, mientras que la marina bizantina andaba a la gresca con los piratas árabes en el Mar Mediterráneo.

Grafitis vikingos en Santa Sofía

Lo que el patriarca griego Phocio denominó como “un rayo del cielo”, fue el saqueo por parte de los Rus de los suburbios de Constantinopla y varias incursiones costeras alrededor del Mar de Mármara en las que quemaron casas, iglesias y monasterios y mataron a los siervos del patriarca. Sin embargo, nunca intentaron romper las paredes de la ciudad antes de salir repentinamente en agosto. Los bizantinos lo atribuyeron la intervención divina, pero la causa probable es que los Rus se marchasen para asegurarse de que pudieran regresar a casa antes del invierno.

Una fuente medieval rusa detalla un segundo ataque contra Constantinopla en 907 cuando una flota de 2.000 buques encontró la cadena de hierro que bloqueaba la entrada del puerto. Los ingeniosos vikingos respondieron convirtiendo a sus naves en anfibias, arrastrando sus barcos a tierra, colocando ruedas y arrastrándolos y colocándolas al otro lado de la cadena antes de ser repelidos por los bizantinos. Sin embargo, no hay relatos bizantinos de un ataque vikingo en 907, y Haywood señala que la historia podría haber sido inventada como una manera de explicar un acuerdo comercial posterior entre los Rus y los bizantinos.

Un barco vikingo es abordado por los bizantinos en Constantinopla

En 941 los Rus lanzaron un violento ataque contra Constantinopla. Con el ejército bizantino y la marina de guerra otra vez fuera de la ciudad, una flota de 1.000 barcos se abalanzó sobre la ciudad. El famoso “fuego griego” hizo bien su trabajo y redujo a llamas a los barcos vikingos. Con su pesada armadura, los Rus que evitaban las llamas saltaron al mar y se hundieron ahogados. Otros se quemaron vivos mientras nadaban. Cuando los refuerzos bizantinos llegaron finalmente, los Rus que quedaban ya estaban en retirada.

Medio siglo más tarde, los vikingos serían reclutados para defender a Constantinopla en lugar de atacarla. Cuando el emperador bizantino Basilio II se enfrentó a un levantamiento interno en 987, Vladimir el Grande le dio 6.000 mercenarios vikingos conocidos como . Impresionado por la ferocidad con la que los vikingos lucharon contra los rebeldes, el emperador estableció el cuerpo de élite Guardianes Varangios para proteger Constantinopla y como sus guardaespaldas personal. Sin vínculos locales o conexiones familiares que pudieran dividir sus lealtades y su incapacidad para hablar el idioma local, los varangianos resultaron mucho menos corruptibles que los guardias griegos de Basilio.

Guardias Varangios, Museo de Bellas Artes

“Fueron inmensamente recompensados”, dice Haywood de los varangios: “Se les dio seda para su uso diario”.  La Guardia Varangiana luchó en todas las grandes campañas bizantinas -de Sicilia a Tierra Santa- hasta que Constantinopla fue capturada por los cruzados en 1204. Los visitantes de uno de los lugares más famosos de la ciudad ahora conocida como pueden ver que los Vikingos dejaron su huella en Constantinopla, literalmente. Al menos dos inscripciones rúnicas talladas en los mármoles de Santa Sofía fueron grabadas por miembros de la Guardia Varangiana.

Félix Casanova: Administrador de HDNH, y apasionado de la historia

View Comments

  • Muy bien narrada y documentada, lo cual no es nada nuevo. Esos eran viajantes y no los que vamos de turistas.
    Bss

    • No tenían miedo a nada, cogían "el petate" y carretera y manta, que decimos por aquí :) Muchas gracias y un beso, Katy

  • Constantinopla, por su situación estratégica, siempre ha sido un lugar codiciado por diferentes pueblos y civilizaciones. Parece que los vikingos tampoco se quedaron atrás en sus pretensiones.
    Un saludo.