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Langosta, comida de presos, pobres y mascotas

historia langosta
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La langosta, ese alimento de lujo de hoy en día, fue una vez tan abundante, que era comida de presos y mascotas, y durante la Segunda Guerra Mundial se sirvió en latas, más barata que las habichuelas

Para los comensales actuales la langosta es sinónimo de lujo. Es un placer en un restaurante de campanillas, un símbolo de estatus, un manjar reservado para ocasiones especiales. Pero no siempre ha sido así. De hecho, cuando los colonos europeos desembarcaron por primera vez en las costas de los Estados Unidos, las langostas eran tan abundantes que la gente las daba de comer a sus cerdos.

En los primeros años del asentamiento europeo, los residentes de la costa noreste encontraban langostas varadas en la orilla en pilas de medio metro de alto. Se las consideraba basura, repelentes, con aspecto de insectos y se las llamaba «cucarachas del mar». Incluso a día de hoy, los pescadores del pequeño pero famoso pueblo de pesca de langosta de Maine, Isle Au Haut, se refieren a los crustáceos como «insectos».

langosta curiosidadesEn el siglo XVIII, la langosta de Maine, o Homarus americanus, era arrojada a los comederos de animales de granja y sus conchas molidas y usadas como estiércol. Los nativos americanos usaban langosta para cebar sus anzuelos.

De hecho, antes del 1800, las únicas personas que comían langosta eran las menos afortunadas: viudas, huérfanos, criados y reclusos. Los vendedores ambulantes vendían langosta a los inmigrantes irlandeses. En una ciudad de Massachusetts, un grupo de criados llevó a sus amos a la corte y ganaron un juicio para limitar que se les sirviera langosta a tres veces por semana, según la revista Mother Jones.

Pero a medida que los viajes ferroviarios se extendieron a fines del siglo XIX, las compañías comenzaron a servir langosta a los clientes del interior que no sabían que a aquellos «insectos» se les consideraba comida basura. A los pasajeros les encantó el sabor, lo que impulsó la popularidad de la langosta. Mientras tanto, los turistas de clase alta comenzaron a viajar a Maine en el verano para probar los exóticos y novedosos mariscos. La refrigeración y el hielo permitieron a los pescadores de langosta enviar su producto tierra adentro, difundiendo su popularidad.

La langosta pasó de ser comida para cerdos a cena de ricos
La langosta pasó de ser comida para cerdos a cena de ricos

Los restaurantes comenzaron a servir langosta. La langosta apareció por primera vez en los menús en la década de 1850, según Mother Jones , aunque era más un acompañamiento que el plato principal. Los chefs pronto descubrieron que cocinarla en vivo (en lugar de matarla y cocinarla más tarde) mejoraba el sabor.

La demanda superó al suministro, y la sobrepesca provocó que los precios de la langosta alcanzaran su pico en la década de 1920. Pero con la Gran Depresión, pocos podían permitirse el lujo de una langosta servida en un plato de porcelana, por lo que el crustáceo volvió a hundirse en los escalafones inferiores de la gastronomía enlatada.

Durante la década de 1940, se podía comprar langosta en latas, como el atún o la mortadela, y era igual de barata y poco elegante. Durante la Segunda Guerra Mundial, la langosta fue enviada en latas para alimentar a los soldados en el frente. De hecho, la langosta era más barata que los frijoles enlatados, y la gente se la daba a sus mascotas. Pero en la década de 1950, la langosta había recuperado su lugar en los menús de lujo. Las estrellas de cine fueron fotografiadas comíendolas y los precios subieron como la espuma. Hasta hoy.

4 COMENTARIOS

  1. Antes era un manjar para mí. Ahora le veo esa pinta de cucaracha con caparazón y antenas y me da repelús. ¿Me estaré volviendo vegetariano? El jamón y el lomo me siguen gustando.
    Un saludo, Félix.

  2. Mis padres vivieron en diferentes localidades de Marruecos en la década de los 50. Cuando estaban en Agadir tenían una casa muy cerca del mar. Mi madre contaba que por cinco francos, los niños del pueblo le traían 2 cubos llenos de langostas.
    También contaba que un día, el cocinero dejó un cubo de langostas en la cocina y al rato, cuando abrieron la puerta, las langostas campaban por muebles y suelo, como si fueran una invasión marciana.

    • Hay que ver como cambian los tiempos, Amparo. Ahora no te dan ni las patas para que las chupes por ese precio. Que curiosas las langostas, esos seres escurridizos que no quieren acabar en el agua hirviendo, jaja 🙂
      Abrazo

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