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Las aventuras de la monja alférez

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Catalina de Erauso y la historia de la monja alférez

En el siglo XVI nacía en San Sebastián -o Easo o Donostia, como quieran los lectores- Catalina de Erauso, hija de familia hidalga pero pobre. Su padre a los cinco años la recluyó en un convento, último refugio para las muchachas sin dote y de familia que, según costumbre de la época, no consideraba digno el trabajo.

A los quince años escapó de lo que ella consideraba una prisión, y que sin duda lo era pues no tenía vocación de monja, y vestida como un muchacho se presentó en Vitoria donde entró al servicio de don Francisco de Cárdenas, quien estuvo siempre lejos de sospechar que el muchacho que le servía era la hija de su amigo el señor Erauso.

¿Quién fue la monja alférez?

Un día este fue a visitarle y Catalina, que se había presentado como sobrino de Erauso, huyó en dirección a Valladolid. Tras mil peripecias se encaminó a Sevilla en dónde se enroló como soldado en las compañías que iban a América con el nombre de Alonso Díaz y Ramírez de Guzmán.

monja alferezEl barco en que viajaba se hundió frente a las costas americanas. Se salvó Catalina -o Alonso, como prefieran- junto con un cofre de madera que contenía los sueldos de la tripulación. En Paita fue acogida por un tendero que, viendo que sabía leer y escribir, le encargó la contabilidad de su negocio. En una riña hirió a uno de los clientes de la tienda y fue detenida, y una prima del herido que se había enamorado de ella (creyéndolo hombre) le ayudó a escapar.

En una lancha se internó en el mar y fue recogida por un galeón español que la devolvió al continente pero en sitio alejado de sus aventuras. Se enroló como soldado en una de esas compañías que, por una de esas casualidades que suceden raramente en la vida, estaba bajo el mando de Miguel de Erauso, su hermano. Obvio es decir que no la reconoció. En una emboscada india cayó el alférez que portaba la bandera y Catalina la recogió y luchó abrazada a ella hasta que el ataque de los indígenas fue rechazado. Por este hecho su hermano, en nombre del rey de España, la nombró alférez portaestandarte de los ejércitos de España y de las Indias.

Catalina de Erauso escribió su propia biografía

En una riña callejera desenvainó la espada una vez más, y junto con un compañero se las tuvo tiesas contra cuatro atacantes. Venció pero fue herida y tuvo que refugiarse en un convento de frailes. Huyó para que no reconociesen su sexo y fue recogida por una muchacha, Juana de Varcárcel. La madre de esta, encantada con el alférez, le propuso matrimonio con su hija. Huyó otra vez y fue detenida por la justicia que la condenó a muerte.

Ya estaba en el cadalso con la soga al cuello cuando el presidente de La Plata le salvó la vida a ruegos de la viuda de Varcárcel y su hija. Escapó una enésima vez y recaló en La Paz. Una vida tan rigurosa y agitada parece inverosímil pero es rigurosamente histórica, aunque algunos eruditos tengan por obra apócrifa La historia de la monja alférez escrita por ella misma y que no se publicó hasta 1829.

historia monja alferezLa Paz no correspondió con su nombre a Catalina. Apenas hubo llegado, la esposa del corregidor pidió su ayuda contra su marido que la tenía por adúltera. La historia no dice si con razón o sin ella. A las primeras de cambio tuvo, como de costumbre, que desenvainar la espada contra la autoridad en defensa de una dama. Huyó con ella y fue perseguida a trabucazos hasta Cuzco, donde Catalina cayó herida gravemente. Haciendo un gran esfuerzo subió las escalinatas del palacio episcopal gritando:

  • ¡Auxilio! ¡Auxilio! ¡Imploro la protección del señor obispo! Y cayó desmayada.

Allí se descubrió el verdadero sexo del alférez Alonso Díaz y Ramírez de Guzmán. Allí terminó, de momento, su vida aventurera. El obispo se hizo explicar por Catalina su vida y sus aventuras y, no sabiendo que hacer y que solución tomar, decidió enviarla a España con una carta para el rey.

Corría el año 1624, reinaba en España Felipe IV, quien había leído con fruición el informe del obispo de Cuzco. Quiso conocer a la heroína del relato, quien se presentó al monarca como Catalina de Erauso, alférez portaestandarte de los ejércitos de España y las Indias.

Al rey le encantó esta presentación y dijo que ojalá tuviera España muchos soldados como ella; pero a la petición de volver al servicio y vestir de hombre respondió que ello no le correspondía y que sólo el Papa le podría dar el permiso correspondiente. A Roma fue pues Catalina y rogó al Papa, a la sazón Urbano VIII, autorización para vestir de hombre, petición que le fue concedida merced a la recomendación del rey de España.

Monumento a Catalina de Erauso en Orizaba, México
Monumento a Catalina de Erauso en Orizaba, México

¿Cómo murió la monja alférez?

Bajo el nombre de Antonio de Erauso volvió a embarcar rumbo a América acompañada de un fraile llamado Nicolás de Renteria. Y aquí empieza lo novelesco, siempre teniendo en cuenta que La historia de la monja alférez sea verídica. Se dijo que había muerto ahogada al desembarcar, otros afirman que la habían visto de alférez en el ejército. En el Archivo de Indias se conserva el Memorial de los méritos y servicios del alférez Erauso, pero nada se dice sobre su muerte.

Parece ser que murió hacia el año 1635 o 1645, según unos haciendo de arriero en las Américas o en una riña callejera. En realidad, desapareció sin dejar rastro.

(*) Imágenes: Flickr, Wikimedia Commons Fuente: Segunda serie historias de la historia, Carlos Fisas, 1984

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