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La historia del bronceado, del populacho a la burguesía

Tiempo de lectura: 2 minutos

Ya están aquí los días de sol y playa, y el eterno ritual de broncearnos se convierte en un objetivo para muchos de nosotros. Nos da pedigrí, dicen… En tiempos pretéritos la tez oscura era sinónimo de trabajo al aire libre, de baja escala social, todo lo contrario que la burguesía adinerada, que incluso usaba cosméticos para blanquear su piel, marcando diferencias con el populacho. El albayalde era el blanqueador más popular del siglo XVI. Por desgracia, su alto contenido en plomo, lo hacía muy peligroso.

El deseo de blancura entre los acomodados empezó a cambiar después de la Revolución Industrial. A medida que las clases trabajadoras salían de los campos hacia las ciudades, fábricas y minas, sus bronceados se convirtieron en cosa del pasado. Como la palidez ya no era exclusiva, los ricos perdieron gradualmente su pasión por ella.

La diseñadora de moda Coco Chanel

¿Cuál era la opinión de la profesión médica sobre tomar el sol?

Cuando el siglo XIX llegó a su fin, un número creciente de personas comenzó a señalar los beneficios para la salud de la luz solar. Entre ellos, el médico escocés Theobald Palm, que en 1890 identificó el papel de la luz solar en la prevención del raquitismo (pero que fue ignorado en gran medida por el mundo médico); John Harvey Kellogg, un apasionado defensor de los valores terapéuticos de la luz, y el médico suizo Auguste Rollier, quien instaló en 1903 soláriums en su sanatorios de tuberculosos de Suiza. Más tarde se imitaron en toda Europa.

Pero, ¿cómo volvió la moda del bronceado?

Los ricos y famosos comenzaron a practicar deportes. Y ya que lugares como la Riviera Francesa crecían en popularidad como destinos de vacaciones de verano para los ricos, el bronceado comenzó a ser visto de nuevo como un signo de riqueza, así como de salud. Cuando Coco Chanel volvió de un crucero por el Mediterráneo en 1923 con un aspecto decididamente bronceado, se convirtió en un «accesorio» de moda imprescindible. Hasta hoy…

4 COMENTARIOS

  1. Luego están los tipos de bronceado. Díme qué moreno luces y te diré quién eres.
    Si trabajabas de peón de albañil en la obra, el «moreno Agromán» te dejaba impresa en la piel la marca de la camiseta.
    Un saludo.

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