Inicio Edad Moderna Historia de San Petersburgo

Historia de San Petersburgo

Tiempo de lectura: 3 minutos

Una de las ciudades más bellas de Europa. En julio de 1991, la ciudad de Leningrado después de 77 años de gobierno comunista retomó su nombre original, San Petersburgo. Un centro importante para la ciencia, el arte y la industria, esta gran ciudad fue la capital rusa durante más de doscientos años, ganándose el apodo de «La Venecia del Norte». Sin embargo, a comienzos del siglo XVIII, San Petersburgo no existía.

El delta del río Nevá había sido geográfica y políticamente importante durante más de mil años cuando, en 1703, el zar Pedro I lo recuperó como parte de su «Guerra del Norte» con Suecia.

El Nevá conducía al Golfo de Finlandia, y luego al Mar Báltico, abriendo una excelente ruta comercial hacia Europa. El 16 de mayo de 1703, Pedro I ordenó la construcción de una fortaleza con el nombre de San Pedro y San Pablo en la isla de Hare, consolidando su conquista de la zona; aunque la guerra con Suecia continuó hasta 1721, con territorios que frecuentemente cambiaban de manos. La fortaleza fue difícil de construir, requiriendo el movimiento de millones de toneladas de tierra y el hundimiento de grandes pilas de madera en el suelo para obtener buenos cimientos. Los trabajadores eran conscriptos con pocas herramientas, a menudo obligados a palear la tierra con sus manos.

De una fortaleza a una ciudad

Pedro el Grande admiraba enormemente la cultura y la tecnología europeas, incluso viajaba de incógnito y hacía grandes rutas para ampliar sus conocimientos; deseaba una gran ciudad europea para él, y con la que pudiera comerciar y navegar en el oeste.

Festival del Mar Báltico 2014 en San Petersburgo

La fortaleza de Hare fue pensada como un proyecto más grande, y aunque el delta era un gran pantano, ya estuviese congelado o inundado, ordenó la construcción de una gloriosa capital. El arquitecto italiano Domenico Trezzini diseñó una nueva ciudad de estilo barroco, con amplias calles abiertas, enormes edificios, catedrales y palacios. Si la construcción de la fortaleza de Pedro había sido dura para los trabajadores, la ciudad fue mucho peor: más de 30,000 reclutas y prisioneros murieron en condiciones espantosas.

La disentería y la malaria estaban a la orden del día, los trabajadores sufrían desnutrición y el castigo variaba desde azotes hasta la mutilación y ejecución. Bosques enteros tuvieron que talarse para obtener madera, nivelaron las colinas y llenaron los lagos; la piedra era ya tan escasa que Pedro I prohibió a cualquier otra persona en Rusia usarla, bajo pena de exilio.

La aristocracia rusa no escapó, ya que a las principales familias se les ordenó construir casas en la ciudad a su costa, con cada diseño y ubicación ya especificados en el plan de Trezzini. Se hicieron bibliotecas, galerías de arte y un zoológico. El Zar fue implacable y completamente despiadado en su creación de San Petersburgo, y lo logró. A pesar de una breve decadencia después de su muerte en 1725, los zares posteriores agregaron glorias aún mayores, convirtiéndose la ciudad en una entidad en sí misma, rivalizando con Venecia y los otros grandes centros europeos: hermosa en arquitectura, rica en cultura, pero de origen sangriento.

A algunos zares les disgustaba la ciudad, prefiriendo la antigua Moscú (como Nicolás II, el último zar de Rusia) y bajo el gobierno comunista del siglo XX fue rebautizada y reemplazada como capital por Moscú. Pasarían más de siete décadas hasta recuperar su nombre original. Una ciudad bellísima, pero construida a capricho de un zar que antepuso su vanidad al sudor y la sangre de los suyos.

Referencias: Wilde, Robert. «La creación de San Petersburgo». ThoughtCo, 26 de agosto de 2016, thoughtco.com/creation-of-st-petersburg-4078824 .

2 COMENTARIOS

DEJA UNA RESPUESTA

Escribe tu comentario
Introduce tu nombre

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.