Sabido es que abrazó el espiritismo, y que con tan solo 22 años participó en su primera sesión espirita. Esa aficción, la mantuvo durante muchos años, y finalmente en 1916 declaraba a la revista LIFE que él era Espiritista, que abandonaba las prácticas Católicas para adentrarse con decisión en ese mundo espiritual en el que creía firmemente. De hecho, cuando falleció el 7 de julio de 1930, tras 71 años de asombrosa aventura, había dejado escrito que en su lapida no constara la fecha del óbito, pues pensaba que la muerte no existía. Solo figuraría en esa lapida “Aquí yace Arthur Conan Doyle, nacido el 22 de mayo de 1859”, y para finalizar ese epitafio, una frase rotunda “Temple de Acero, Rectitud de Espada”.
En 1880 terminó la carera, y como era un hombre aventurero, un hombre de alma inquieta, se embarcó en un Ballenero groenlandés, y en calidad de médico viajó con ellos hasta el Artico. También, en otro barco recorrió las costas de Africa donde estuvo a punto de fallecer por causa de un naufragio. Decían que era un tipo con mucha suerte. Finalmente se canso de tanto trasiego marinero y decidió establecerse en su querido Reino Unido. Monto una Consulta Médica que no le fue nada bien, ya que los pacientes no abundaban, porque desconfiaban de su juventud. Entre paciente y paciente, la verdad es que tenía mucho tiempo libre, y este lo empleaba en imaginar y pensar que quizás la Literatura fuera su ocasión de poderle proporcionar algunos beneficios.
Pero retomando su Historia, diremos que en 1885, Sherlock Holmes empieza ya a crecer en su imaginación. Un detective con su capa, su característico gorro, su inteligencia, su brillantez, una lucidez extrema para lograr resolver los casos más inauditos, más insospechados. En 1887 llega su primera aparición en una obra literaria, Un estudio en Escarlata. Hay una curiosidad sobre los derechos de autor, y es que Conan Doyle los vendió a la Editorial por tan solo 25 Libras esterlinas…., pero bueno, había comenzado la vida de Sherlock Holmes, acompañado del Dr. Watson, un hombre bueno, íntegro, siempre con sugerentes preguntas que provocaban que se encendiera la bombilla en la mente de Holmes. Una pareja indiscutible, un binomio que triunfó en la Literatura Universal desde entonces. También hay que decir que Sherlock Holmes no fue del total agrado de Conan Doyle, y por tanto, intentó matarlo nada más comenzar la saga. Y en el cuarto libro acabó con él (sin intuir el enorme éxito que tendría el personaje). ¿Y que ocurrió?, pues que para pasmo suyo comprobó como en muchas calles de las ciudades británicas, los lectores habían incorporado crespones negros en sus sombreros, en sus chaquetas… y esto le hizo conmoverse. Miles de británicos sufriendo “con dolor” la muerte de Sherlock Holmes…
Estalló la I Guerra Mundial, y quiso participar como médico. Millones de soldados acabaron muertos en las trincheras en una guerra devastadora, cruel, absurda… y sus hijos también participaron en aquel conflicto (con Mary Louise tuvó 2, y tras el fallecimiento de esta, con segunda esposa Jane tuvo otros 3), y en 1918 uno de sus hijos murió en las trincheras. En esto que unas jóvenes inglesas afirmaron haber fotografiado Hadas, cinco imágenes de Hadas. Se mostraban en situaciones ensoñadoras, y Arthur dio pábulo a la Historia de las Hadas, y publicó un libro que posteriormente se volvió en su contra, al comprobarse que esto fue un simple fraude. Caía con demasiada frecuencia en estos errores debido a su pensamiento apegado a los espíritus y seres de otras dimensiones, porque aunque era adulto, siempre tuvo una mente de niño… Llegó incluso a presidir un Congreso de Espiritas en París, y mientras tanto seguían llegando relatos de Sherlock Holmes (hasta 68 narraciones de sus aventuras).