Belle Époque significa literalmente “Edad Bonita” y es el nombre dado en Francia al período que va desde el final de la Guerra franco-prusiana (1871) hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial (1914) aunque en la segunda década del sigo XX recuperó su esplendor efímeramente. Los estándares de vida y seguridad de las clases media y alta aumentaron.
Las clases más bajas no se beneficiaron de la misma manera. La edad se asemeja a la “edad dorada” de los EE. UU. Y puede utilizarse en referencia a otros países de Europa occidental y central en el mismo período y razones (por ejemplo, Alemania).
La derrota en la guerra franco-prusiana de 1870-71 derribó el segundo imperio francés de Napoleón III, lo que llevó a la declaración de la Tercera República. Bajo este régimen, una sucesión de gobiernos débiles y efímeros mantuvo el poder; el resultado no fue un caos como era de esperar, sino un período de estabilidad generalizada gracias a la naturaleza del régimen. Era ciertamente diferente a las décadas anteriores a la Guerra Franco-Prusiana, cuando Francia había pasado por una revolución, un terror sangriento, un imperio que conquistaba todo, un retorno a la realeza, una nueva revolución y luego otro imperio.
También hubo paz en Europa occidental y central, ya que el nuevo Imperio alemán al este de Francia maniobró para equilibrar las grandes potencias de Europa y evitar más guerras. Todavía hubo expansión, ya que Francia cultivó su imperio en África en gran medida, pero esto fue visto como un gran triunfo. Dicha estabilidad proporcionó la base para el crecimiento y la innovación en las artes, la ciencia y cultura material.
Un mundo cansado y maltrecho comenzó la década de los años 20 con ganas de pasarlo bien y olvidar la guerra pasada. Estados Unidos, que había emergido como la primera potencia mundial, fijará el rumbo en la moda, la música y el arte. Surge una pujante industria del ocio con la fonografía, el cine y la radio, que experimentaron espectaculares avances.
Las costumbres se relajaron y los jóvenes rechazaron lo convencional a favor de un clima de mayor libertad: recortan faldas y peinados, y pierden la vergüenza de bailar en público. Clubes y salas de baile de todo el mundo se van a llenar con su sonido y sus ritmos sincopados. Pero conforme avanza la década, la economía se debilita, hasta que en 1929, el crack de Wall Street pone un inesperado punto final a estos felices años.
Los músicos negros llevaban muchos años tocando el jazz en el sur de Estados Unidos. Con el progreso de la industria fonográfica, los artistas se trasladaron a Chicago y Nueva York en busca de fortuna. De aquí, estos ritmos de influencia africana pasaron a Europa, sobre todo a Paris y Londres. Scott Fitzgerald acuñó el nombre de “Era del Jazz”. Tanto él, como su esposa, Zelda, formaban parte de ese mundillo. Sus novelas A este lado del Paraíso y El gran Gatsby reflejan magníficamente el ambiente juvenil de clase alta en los años veinte.
Vámonos al Cine
El Cine alcanza su mayoría de edad en esta década, en la que el cine mudo produjo sus mejores películas. En 1927, en El cantor de Jazz, se logra sincronizar por primera vez el sonido y la imagen. Ir al Cine se convierte en un hábito semanal, y estrellas como Mary Pickford, Greta Garbo y Rodolfo Valentino se convierten en ídolos de un nuevo público de masas.
Las Flappers
El lema de los años veinte era la libertad, lo cual tenía su reflejo en las nuevas modas, muy atrevidas y criticadas por los más conservadores. Era la época de las “flappers”, término que se aplicaba a las chicas jóvenes que se maquillaban, fumaban en público y bailaban y bebían en fiestas o en clubes nocturnos.
La nueva mujer
El papel que la mujer desempeño en la I Guerra Mundial y la adquisición del derecho al voto, acabaron con la idea de la debilidad femenina. En esta década surge la “nueva mujer”, liberada y activa, que tiene también su reflejo en la forma de vestir. Coco Chanel creó una nueva moda para estas mujeres. Sus cortes sobrios y con estilo, y sus chaquetas y jerséis de punto influyeron en esta generación y en las siguientes.
En Estados Unidos surgieron muchos bailes nuevos como el lindy hop y el black bottom. Todos ellos tenían sus raíces en los ritmos sincopados de la música africana, conservados por la comunidad afroamericana. Sin embargo, el que hacía furor era el charlestón. Los bailarines se movian frenéticamente, girando los pies, extendiendo las piernas y agitando los brazos. ¿Quieres aprender a bailarlo? Pues fíjate en este video, y en poco tiempo seras un/a especialista…
Para mí, personalmente, grande entre los grandes, y uno de los más influyentes músicos de Jazz de los años veinte. En 1922, él y Joe King Oliver crearon el estilo Nueva Orleáns. Más tarde, con su banda, los Hot Fives, Armstrong consiguió encandilar al público con sus solos de trompeta y su virtuosismo cuando improvisaba vocalmente.
Rapsody in Blue
George Gershiwin se dio a conocer con Rapsody in Blue, “un experimento de música moderna”, al que denominó “caleidoscopio musical de Estados Unidos”. Entre las obras más destacadas de su brillante carrera, que se prolongó hasta bien entrados los años treinta, tenemos Un Americano en París y Porgy and Bess. Fue una época dorada sin duda. Una época que ya se la bautizó con el nombre de “Belle Epoque”, cuando se olvidaron los prejuicios arrastrados de la época victoriana y de principios de siglo, y se dio paso a la modernidad en muchos aspectos. Cierto es, que aún nos queda mucho camino por recorrer, porque estamos hablando de que a estos espectáculos no podía permitirse todo el mundo asistir, pero fue el “pistoletazo” de salida para la Historia postrera del siglo XX en cuanto a los espectáculos de masas y las industrias del ocio. No habría estado mal pasar por alguno de aquellos clubes para ver una actuación en directo de Louis Armstrong o Bing Crosby, no habría estado mal, no…
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