Saltan la tapa del cementerio y se adentran en el con un frio interior que en Agosto en Córdoba es como…. vamos que la valentía se fue al garete.En fin, localizan un nicho del año 1867 y creen que es ese el lugar idóneo para colocar la grabadora.No os separeis por Dios¡ se oye musitar a uno de ellos.Al pulsar el botón rojo de la sony comprueban que no funciona, nadie había traido pilas (todo planificado).Se cancela la incursión psicofónica, otro día será.Entre achaques de unos y otros como “tu erás el encargado de las pilas” “no eras tú?” se encaminan a sus casas.Día siguiente, todo preparado, nada puede fallar esta vez y, una vez colocado el magnetófono en el nicho se retiran en silencio a esperar que finalice la grabación.
De regreso a sus casas escucharon la cinta un sinfín número de veces pero lo único que se saco en claro erá el sonido de algunos coches lejanos y de algún buho que merodeaba por la zona.Fracaso.Mi conclusión aquel día y en posteriores experiencias no es, como dicen algunos que los cementerios descansan las almas en paz, más bien opino que allí solo se hayan nuestras carcasas, nuestro envoltorio y, que quizás nuestras almas estén vagando por nuestros dormitorios,calles o en otra dimensión paralela a esta.
“Conviene reír sin esperar a ser dichoso, no sea que nos sorprenda la muerte sin haber reído”Jean De La Bruyère
Comentarios2 comentarios
Hola Félix, no puedo evitar reírme imaginando a esos tres pillos echándose en cara quién debía llevar las pilas….. Me encantó la frase final: “Conviene reír sin esperar a ser dichoso, no sea que nos sorprenda la muerte sin haber reído”. Yo me acabo de echar unas risas con la entrada :D.
Muchos besos.
Nikkita…
Pues si, ja,ja, la verdad es que fué una experiencia para no olvidar. Eramos jovenes y osados, pero a la hora de la verdad, no eramos tan valientes como creíamos.
Muchos besos