Inicio Edad Media Cosacos, los jinetes que anhelaba Napoleón en su ejército

Cosacos, los jinetes que anhelaba Napoleón en su ejército

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En 1917, año en que estalló la revolución rusa, en el país había 4.434.000 cosacos. Hoy por hoy no existen datos oficiales sobre el número de ellos ya que en la elaboración del censo no se pregunta sobre el origen étnico. Según diferentes sondeos, en Rusia residen cerca de cinco millones de cosacos hoy día.

La palabra «cosaco» se deriva del término «kusak» que significa «hombre libre» o «aventurero». Consistían en grupos tártaros semiindependientes, inicialmente turcos con principal asentamiento en el oeste de Rusia, la actual Ucrania, o campesinos que escapaban de la servidumbre de Polonia y Rusia.

Cosacos de Kubán en el Desfile de la Victoria, en la Plaza Roja de Moscú (24 de junio de 1945)
Cosacos de Kubán en el Desfile de la Victoria, en la Plaza Roja de Moscú (24 de junio de 1945)

Los cosacos se unieron en el siglo XV como una organización guerrera autónoma que solo era leal al zar ruso. Se establecieron en seis áreas diferentes: el río Don, el Greben, el Yaik, cerca del río Ural, el Volga, el Dniéper y el Zaporozhian. Los cosacos, de mayoría eslava, aceptaban a cualquiera que fuera considerado un guerrero digno, pero los nuevos miembros tenían que creer en Cristo.

Costumbres y tradiciones de los Cosacos

A los niños se les enseñaba las costumbres guerreras de los cosacos casi desde su nacimiento. Cuando nacía un niño varón, los padres le tomaban la mano y le colocaban un arma. Los cosacos eran unos jinetes fantásticos, hacia los tres años de edad ya montaban a caballo. Los mayores organizaban simulacros de batallas para que se fueran curtiendo con caballos y sables, y el atamán, o jefe del ejército, elogiaba a los que mostraban más valentía en estos entrenamientos. Su estilo de vida cosaco se basaba en la simplicidad. Los miembros compartían la tierra y vivían en comunas.

Desde el principio de la historia de este pueblo los gobiernos los usaron para fines militares. En la Polonia del siglo XVI, los cosacos de Zaporozhia protegieron las fronteras. Asimismo, los gobiernos rusos usaron a los cosacos para expandir el imperio de Rusia y proteger su frontera.

cosacosLos cosacos perdieron gradualmente su poder en los siglos XVII y XVIII. Se rebelaron cuando sus privilegios se vieron amenazados, pero finalmente perdieron su estatus de autonomía. Continuaron sirviendo durante los levantamientos revolucionarios en Rusia, pero el gobierno soviético eliminó su status administrativo.

Hoy en día, hay cientos de organizaciones cosacas en toda Rusia que buscan restablecer sus antiguas estructuras y tradiciones.

Los cosacos contra Napoleón

Los méritos de los cosacos del Don en la lucha contra la invasión napoleónica son ampliamente conocidos. Hasta la toma de París, todas las tropas cosacas estuvieron bajo las órdenes del conde Matvéi Plátov, legendario atamán de la Hueste del Don.

En todo el Ejército ruso y hasta en Europa se dio a conocer la extraordinaria promesa de Plátov  contraída durante la retirada de las tropas francesas. El afamado general prometió la mano de su hija María (las mujeres cosacas tenían fama de ser muy hermosas) y dos mil rublos (una suma colosal, puesto que en aquella época una vaca costaba entre dos y tres rublos) a cualquier soldado que hiciese prisionero a Napoleón.

Chicas jóvenes en el Festival Internacional de los Cosacos
Chicas jóvenes en el Festival Internacional de los Cosacos

El teniente Jean-Baptiste Nicolas Savin-Dernier, el último veterano vivo de la Grande Armée, se quedó a vivir en Rusia y durante sesenta años sirvió de profesor en un colegio de Sarátov. El antiguo militar recordaba que cuando fue llevado ante Plátov, el furioso general le golpeó en la cara y mandó que le llevasen un vaso de vodka para que no se congelara.

“Los cosacos son la mejor caballería ligera de todas las existentes. Si los tuviera en mi ejército, cruzaría todo el mundo con ellos”, afirmó Napoleón sobre este pueblo. Sin embargo, pronto abandonaría los elogios…

En su huida de Rusia, el emperador se detuvo en Varsovia, donde en presencia del asombrado Gobierno polaco narró que había tenido que pelear en Rusia contra bárbaros y contra cosacos que no eran sino demonios transformados en seres humanos. “El diablo está dentro de los cosacos”, asustó a su auditorio el emperador.

El mismo retrato fue repetido por Napoleón en vísperas de la toma de París por la Sexta Coalición. En toda la ciudad se desplegaron imágenes de cosacos con cara de feos diablos prendiendo fuego a casas. Sin embargo, los parisinos vieron atractivos jinetes, perfectamente formados, uniformados y disciplinados. Según recordó el famoso escritor Victor Hugo, los cosacos se mostraron apacibles y corteses.

Referencias: Rusopedia.rt.com, history magazine Imágenes: Flickr, WikimediaCommons

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