Los tercios españoles y el Gran Capitan

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“España mi natura, Italia mi ventura, Flandes mi sepultura…” rezaba aquel canto que se hizo popular en los tercios españoles durante el siglo XVI. Desde 1495 hasta el desastre de la guerra de los 30 años fueron invencibles. Casi 150 años de dominio en el que cuando se oía decir “¡Que vienen los Tercios¡”, el enemigo temblaba…
Este paisano del que suscribe reunía todas las virtudes: guapo, galante, estiloso, inteligente… y, sobre todo, su brillantez en las lides de la guerra. Montillano, como el buen vino, recibió una buena educación de pequeño. Dado que Córdoba se había puesto al lado de los pretendientes Isabel y Fernando en las cuitas intestinas hispánicas, Isabel supo recompensarlo muy bien, se hizo un sitio junto a la reina de Castilla e incluso las malas lenguas dicen que llegaron a compartir alcoba…

Los gloriosos tercios españoles

Llegó la unión entre Aragón y Castilla, y Gonzalo, ya afamado militar estaba al lado de sus reyes. Quedaban los musulmanes en torno a Granada, 10 años de muchas bajas y constantes escaramuzas, lo que obligó a una reestructuración enorme del ejército que iba a dar unos excelentes resultados posteriormente. Cuando terminó la guerra se presentó un problema, un buen número de soldados que habían combatido excelentemente tenían que ser desmovilizados, pero lo que no iba a faltarle a España eran guerras y pronto las miras se giraron hacia el sur de Italia.
El adolescente y joven rey frances Carlos VIII (aquel que se mató escalabrándose con el dintel de una puerta) avanzaba con 30.000 infantes arrasando Italia con el objetivo de llegar a Nápoles, entonces bajo la influencia de Aragón. ¿quien lo pararía? España mandó a don Gonzalo con 5.000 infantes. La tropa se dividíó en tercios: los alabarderos, los arcabuceros y la infanteria ligera… esa sería su disposición… Las lanzas y la caballería francesa sucumbieron ante las nuevas tácticas de don Gonzalo y después de varias campañas se alzó con brillantez con la victoria…
Se fue ganando el respeto de los suyos y el sobrenombre de “Gran Capitan”, todos querían luchar junto a él…
La leyenda de “las cuentas del Gran Capitan”: Don Gonzalo repartía las recompensas de las batallas entre aquellos que habían luchado junto a él, pero el rey Fernando era receloso en este punto y le pidió cuentas de porqué se había gastado tanto dinero en aquellas cuitas. Los inquisidores se presentaron con muchos libros contables para demostrar que no cuadraban las cuentas, que había prevaricación, malversación de fondos… Nuestro personaje, enfadadísimo con todo esto prometió rendir cuentas a este rey tan poco agradecido que después de tanta sangre derramada tan sólo veía que no le salían las cuentas ¿envidia…?. Entró en la sala ante Fernando V y la corte que murmuraba frotándose las manos porque muchos querían ver caer a don Gonzalo.

Abrió un libro y empezó a explicar las cuentas, y más o menos dijo esto: 432.786 ducados con nueve reales han sido gastados en frailes, monjas y pobres, a fin de que oraran por los intereses del rey. 786.427 ducados con ocho reales han sido gastados en picos, palas y azadones para enterrar a los soldados caidos, 60.000 ducados en guantes perfumados para evitar que el hedor de los soldados enemigos cubriera a los animosos soldados del rey de España. Otros 700 millones de ducados han sido gastados en espías para que informaran a los ejércitos del rey, y 300 millones de ducados han sido gastados para calmar el enojo que me produce ver a tanto imbécil diciéndole al que dió tanta gloria a España que si ha gastado más o menos dinero…

Estatua al Gran Capitán en Córdoba

Ante la risa y el aplauso del respetable, Fernando dió el asunto por zanjado. No obstante, fue olvidado y relegado, aquel que tanta gloria dió hasta que en 1615 murió víctima de la malaria contraida en Italia. En Granada yace, Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, el padre del nuevo y glorioso ejército español…

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Comentarios12 comentarios

  1. Katy Sánchez

    Una buena reseña y genial desglose del dinero gastado al respetable. Que pena da que se relegue al olvido a personas que lo han dado todo aunque a mi esto de las batallitas no me va nada:-)
    Tengo varias fotos de la Plaza y del gran Capitán, hasta una con una impertinente paloma en su cabeza.
    Bss

  2. Felix Casanova

    Katy,
    Fue tratado muy injustamente. Lo dió todo por su patria -y por él mismo, todo hay que decirlo-… Las palomas siempre lo acompañan :)
    Bss

  3. Xibeliuss Jar

    Razón no sé, pero soberbia tampoco le faltaba al Capitán, jejeje Los tercios fueron la élite de los ejercitos de aquellos tiempos y bien que supo aprovecharlo la corona.
    Un abrazo, Felix

    Pd. (Cambia la fecha de la muerte de Gonzalo, que parece casi inmortal)

  4. Felix Casanova

    Xibeliuss,
    No le faltaba, no y no se amedentraba. Voy a cambiar la fecha (me habia venido demasiado arriba, supongo que por el paisanaje, jajaja).
    Un abrazo

  5. Jose Senovilla

    Si este hombre estuviera en nuestro Gobierno no dejaba títere con cabeza y tras dejar las cuentas claras se ponía los guantes para enterrar a tanto indeseable que siempre lleno de envidia a tenido este país que tan mal a tratado a sus héroes.
    Un abrazo amigo

  6. Felix Casanova

    Senovilla,
    La envidia y el maltrato a nuestros héroes nacionales forman parte de nuestra Historia. En otro país, el Gran Capitán tendría mucho más reconocimiento…
    Un abrazo, amigo

  7. Felix Casanova

    Juan,
    En este caso comenzamos con la recuperación del territorio sureño y el descubrimiento de américa y la entrada de dinero a raudales puso en marcha el ansia imperialista.
    Saludos

  8. Óscar Velázquez

    De desagradecidos el mundo está lleno. Yo le hubiese cortado al cabeza de golpe al rey! Y 10 ducados en afilar mi espada

  9. Carmen Cascón

    Las cuentas del Gran Capitán: “en picos, palos y azadones diez millones”. Así se hace la contabilidad en España y así nos va.
    Un saludo

  10. Felix Casanova

    Carmen,
    Ayyy las cuentas querida amiga… pero me pongo en lugar de don Gonzalo y ni se las presento. Nobleza obligaba…
    Un saludo