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¿Qué fue la guerra de las naranjas?

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La Guerra de las Naranjas (en portugués: Guerra das Laranjas; francés: Guerre des Oranges) fue un breve conflicto en 1801 en que las fuerzas españolas, instigadas y junto con el gobierno de Francia, invadieron Portugal. Dieron como resultado el Tratado de Badajoz, la pérdida de territorio portugués, en particular Olivenza, y finalmente sentó las bases para la invasión total de la Península Ibérica por las fuerzas francesas.

En 1800, el entonces primer cónsul Napoleón Bonaparte y su aliado, el primer ministro español Manuel de Godoy, exigieron a Portugal, el último aliado británico en el continente, romper su alianza con Gran Bretaña.

Fortaleza de Elvas

Portugal se negó a ceder y, en abril de 1801, las tropas francesas llegaron al país. Fueron reforzadas por las tropas españolas bajo el mando de Manuel de Godoy. Este, tenía bajo su mando al Ejército español en Extremadura, cinco divisiones.

Comienzo de la guerra de las Naranjas

El ataque a Portugal comenzó en la madrugada del 20 de mayo, el ejército español al mando de Godoy ocupó sucesivamente una docena y media de poblaciones portuguesas, entre ellas Arronches, Castelo de Vide, Campo Maior, Portalegre, Olivenza y Juromenha).

El conflicto militar apenas duró 18 días. La resistencia portuguesa fue mínima, en la creencia de que España no tenía pretensiones territoriales. La fuerza principal del ejército español avanzó a Elvas, mientras que dos divisiones avanzaron a Campo Maior y otra división avanzó a Olivenza y Juromenha. Al no estar bien fortificados y estar defendidas por sólo unos pocos cientos de soldados, la mayoría de las milicias de Olivença y la cercana Juromenha se rindieron rápidamente a las fuerzas españolas.

La guarnición portuguesa de Campo Maior, bajo el mando del teniente coronel Dias Azevedo, resistió el asalto durante 17 días, forzando a los españoles a mantener dos divisiones completas en el sitio. La principal fuerza española, bajo el mando directo de Godoy, trató de asaltar Elvas, pero fue rechazada por la fuerte guarnición portuguesa comandada por el general Francisco de Noronha. Las tropas españolas se retiraron a una distancia segura de la fortaleza, y Godoy no se atrevió a atacarla nuevamente hasta el final de la guerra.

La contienda se estancó por unos días, por la imposibilidad de Godoy de adentrarse más en Portugal. No obstante tomó naranjas de un huerto de Elvas y las envió a María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV, y a la vez amante del político con el mensaje de que iba a ir a Lisboa. Por lo tanto, el conflicto se conoció como la «Guerra de las naranjas».

El 6 de junio de 1801, Portugal aceptó los principios del Tratado de Badajoz. Portugal acordó cerrar sus puertos a los barcos ingleses, otorgar concesiones comerciales a Francia, ceder Olivenza a España y parte de Brasil a Francia, y pagar una indemnización. El 29 de septiembre de 1801, Portugal aceptó mantener los principios del Tratado de Badajoz y las modificaciones que se hicieron, todas ellas plasmadas en el Tratado de Madrid.

Desde julio de 1801 hasta la firma de la Paz de Amiens en 1802, una fuerza británica de 3.500 hombres bajo el mando del Coronel William Henry Clinton ocupó la isla portuguesa de Madeira en el Océano Atlántico norte. Con la intención de evitar cualquier ataque francés o español a la isla, la ocupación se llevó a cabo con el consentimiento tácito de los portugueses.

Después de la Batalla de Trafalgar en 1805, en la que la flota franco-española perdió contra Gran Bretaña, el gobierno de Portugal restauró las relaciones con su antiguo aliado. Esto llevó a Francia a declarar la cancelación del Tratado de Paz de Badajoz, marchar sobre Portugal e invadirla, iniciando la Guerra Peninsular, que ocurrió entre 1807 y 1810.

Olivenza

La invasión francesa forzó la transferencia de la Corte portuguesa a Brasil, convirtiéndose Río de Janeiro en la capital de la monarquía portuguesa. Desde Río de Janeiro, el monarca portugués denunció que el Tratado de Badajoz había sido firmado bajo coacción, declarándolo «nulo e ineficaz».

Más tarde, el Tratado de Viena, firmado por España en 1817, declaró claramente que los países ganadores deben «esforzarse y conciliar para devolver Olivenza a la autoridad portuguesa», asunto que ha traído cola desde entonces. Después de las Guerras Napoleónicas, ni España ni Portugal devolvieron los territorios adquiridos tanto en América (Misiones del Este) como en la Península (Olivenza).

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