Inicio Biografías Charles Dickens y la mala conciencia de la Inglaterra victoriana

Charles Dickens y la mala conciencia de la Inglaterra victoriana

Tiempo de lectura: 4 minutos

Por sus libros, pero también por el teatro y el cine, la obra de Charles Dickens capturó la imaginación de todos los niños y mayores del mundo. Fue testimonio de los aspectos más oscuros de la revolución industrial y el capitalismo naciente.

Charles Dickens, que experimentó de primera mano la dureza de las condiciones de trabajo, no dejó de luchar contra la injusticia. Perdió su salud y la vida en esta batalla, pero ganó la estima eterna de sus conciudadanos.

El sueño de Dickens (sin terminar, la acuarela del ilustrador Robert Buss, hecha en 1870) Charles Dickens Museum, Londres
El sueño de Dickens (sin terminar, la acuarela del ilustrador Robert Buss, hecha en 1870) Charles Dickens Museum, Londres

Una infancia tortuosa

El futuro novelista nació en Portsmouth, sur de Inglaterra, el 7 de febrero de 1812. Era el más joven de ocho hermanos. Su padre John, un funcionario del Ministerio de marina, un hombre jovial pero imprevisible. Eran momentos de felicidad en aquel hogar.

Todo se estropea cuando Charles llega a la edad de diez años. La familia se trasladó a Londres, donde el padre pronto se metió en dificultades financieras. Así que el joven tiene que ponerse a trabajar en una fábrica de betún cercana a su casa. Por unos pocos chelines al mes, pegaba las etiquetas en las cajas de sol a sol…

En Londres, una metrópolis poco saludable con un millón de personas, poca compasión se esperaba de las autoridades. No pudo pagar la deuda reclamada por un panadero y John Dickens se vio condenado a prisión. Toda la familia, excepto Charles, que sigue trabajando en la planta de betún.

charles-dickens-fotoDespués de meses de penurias, John es liberado y encuentra un modesto jornal. Su esposa no quiere perder el sueldo de su hijo menor y le exige que siga en aquel duro trabajo. El recuerdo de aquella traición materna perseguirá para siempre el escritor.

Finalmente, su padre se impuso e inscribió en la escuela a Charles, quien cayó con pasión en los estudios y las lecturas. Esto dio sus frutos ya que a los quince años comenzó a trabajar como empleado en el estudio de un abogado.

Consciente de sus habilidades para la escritura, comenzó a publicar artículos en revistas políticas. Bajo el seudónimo de Boz, también publicó muchas pequeñas historias en folletos populares, sin dejar de frecuentar los teatros, la gran pasión de su vida.

Su otra pasión era María, con la que se comprometió en secreto a los diecisiete años. Se convirtió en periodista parlamentario en 1832, y así creía que podría hacer una propuesta de matrimonio en firme al padre de su amada, un rico banquero, pero fue rechazado sin contemplaciones.

Y es que a aquel joven humillado y con más penas que alegrías llamado Charles Dickens le sirvió todo esto para más tarde obtener material para una novela autobiográfica en gran parte, David Copperfield (1849); la infeliz infancia será el tema central de toda su obra.

La venganza del novelista

Mientras tanto, los cuentos del joven llamaron la atención de un editor. Él le invitó a prestar su bolígrafo a un artista de renombre para ilustrar las aventuras de Mr. Pickwick, que se publicaría en forma serial. Este género era muy popular en los periódicos en Inglaterra y Francia (también en España aunque en menor medida), ya que les permitía fidelizar a sus lectores.

Charles Dickens a los 30 años en 1842. Charles Dickens Museum
Charles Dickens a los 30 años en 1842. Charles Dickens Museum

Con esta publicación, Dickens conoce a sus 24 años el éxito. Obtuvo la mano de Catherine Hogarth, hija de su editor. La pareja se estableció en una casa confortable en 48 Doughty Street, en el barrio Bloomsbury de Londres, y el primero de sus diez hijos nacerá…

 

Con su primera gran novela, Oliver Twist (1838), Charles Dickens consigue la fama total y surge como testigo de las costumbres crueles de su tiempo, cuando los empresarios codiciosos explotaban a los necesitados que acudían a las ciudades ante la miseria del campo.

Un sastre en Londres (grabado de Gustave Doré, 1872)
Un sastre en Londres (grabado de Gustave Doré, 1872)

La pasión del activista

Para la aristocrática Inglaterra puritana, la pobreza es sinónimo de depravación: el alcoholismo, el robo, la ignorancia… Tiene que ser tratada con firmeza. Se aprobó en 1834 una ley para los pobres, la «ley de maleantes», que eliminaba la ayuda a los necesitados y la ayudantía. Se establecieron en las «casas de trabajo» que no eran más que prisiones para los relegados vagabundos y pobres, los más invisibles de aquella sociedad. Existían, pero no querían verlos…

En Oliver Twist, como en sus últimos escritos, Charles Dickens denuncia estos abusos y la codicia de los financieros. En 1842 se establece una ley que finalmente regula el trabajo nocturno de las mujeres y los niños.

El mismo año, en un largo viaje a los Estados Unidos, el autor da cuenta de que los pobres están mucho mejor tratados en ese lado del Atlántico, y no duda en escribirlo.

Se pronunció en contra de la pena de muerte en 1849 y al año siguiente fundó el periódico Palabras del hogar para promover sus ideas a favor de la vivienda de los trabajadores, la educación popular y la protección del niño. También creó una compañía de teatro.

dickens-viejoSi bien es apreciado por Karl Marx y Friedrich Engels, Dickens lleva más lejos su socialismo revolucionario. Está más cerca de la evangelización de León Tolstoi y Fiódor Dostoievski. Por sus novelas donde la crueldad social se ve atenuada por el apetito de los personajes que la forman, sino también porque se aproxima a su contemporáneo Eugène Sue, autor de Los misterios de París (1842).

Sus últimos años estuvieron marcados por problemas familiares. Su esposa Catherine, cansada de reproches de la sociedad, lo abandonó en 1858. Se consoló con una actriz, pero se dió cuenta de que su amor no era correspondido.

Rincón de los poetas en la Abadía de Westminster
Rincón de los poetas en la Abadía de Westminster

Molesto e iracundo, se dedica con frenesí al trabajo, multiplicando las lecturas públicas de sus obras, y acabó muriendo de agotamiento el 9 de junio de 1870, prematuramente envejecido. El pueblo (sus lectores) consigue que la reina Victoria de su permiso para que sea enterrado en el «Rincón de los Poetas» en la Abadía de Westminster, en el centro de Londres.

Imágenes: Charles Dickens Museum, Flickr, Wikimedia Commons

 

5 COMENTARIOS

  1. Testigo de lujo de su tiempo. Imprescindible novelista que retrata los vicios y las penurias de la Inglaterra que le tocó vivir.
    Un saludo, Félix.

DEJA UNA RESPUESTA

Escribe tu comentario
Introduce tu nombre

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.