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Bibliotecas legendarias del Mundo Antiguo

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Incluso antes de que hubiera encuadernados, ya había bibliotecas. En ciudades de todo el orbe, estos templos del conocimiento no sólo servían como almacenes de tablas de arcilla y pergaminos, sino también como centros de cultura y aprendizaje. Veamos algunas de las bibliotecas más importantes del .

La Biblioteca de Asurbanipal

Parte de una tablilla de arcilla, neo-asiria

La biblioteca conocida más antigua del mundo fue fundada en algún momento del siglo VII a.C. para el disfrute del gobernante asirio Asurbanipal. Ubicada en Nínive -en el actual Irak-, contenía unas 30.000 tablas cuneiformes organizadas de acuerdo a cada tema. La mayoría de sus títulos eran documentos de archivo, encantamientos religiosos y textos académicos, pero también albergó varias obras de literatura, entre ellas “La epopeya de Gilgamesh”, de 4.000 años de antigüedad. Asurbanipal compiló gran parte de su biblioteca mediante saqueos en Babilonia y otros territorios que conquistó.

Los arqueólogos tropezaron con sus ruinas a mediados del siglo XIX, y la mayoría de lo encontrado se guarda en el Museo Británico de Londres. Como piensa el ladrón “que son todos de su condición”, Asurbanipal temía el robo de su colección. Así, una inscripción advierte que si alguien robaba sus tablillas, los dioses lo “derribarían” y “borrarían su nombre, su simiente, en la tierra”.

La Biblioteca de Alejandría

La quema de la Biblioteca de Alejandría, 1876. Colección privada

Después de la muerte de Alejandro Magno en el año 323 a.C., el control de Egipto cayó sobre su ex general Ptolomeo I Sóter, que quiso establecer un centro de aprendizaje en la ciudad de Alejandría. El resultado fue la famosa Biblioteca de Alejandría, que se convirtió en la joya intelectual del mundo antiguo. Poco se sabe sobre la disposición física del sitio, pero en su apogeo pudo haber albergado más de 500.000 rollos de papiro que contenían obras de literatura y textos sobre historia, derecho, matemáticas y ciencias. La biblioteca y su instituto de investigación asociado atrajeron a académicos de todo el Mediterráneo, muchos de los cuales vivían en el lugar y obtenían estipendios del gobierno mientras realizaban investigaciones y copiaban su contenido. Estrabón, Euclides y Arquímedes se encontraban entre ellos.

El final de la gran biblioteca se data tradicionalmente en el 48 a.C., cuando supuestamente se quemó después de que Julio César incendiara accidentalmente el puerto de Alejandría durante una batalla contra el gobernante egipcio Ptolomeo XIII. Pero aunque el incendio pudo haber dañado la biblioteca, la mayoría de los historiadores creen que siguió existiendo en alguna forma durante varios siglos más. Algunos eruditos sostienen que su ocaso definitivo fue en el 270 d.C. durante el gobierno del emperador romano Aureliano, mientras que otros creen que llegó hasta el siglo IV.

La Biblioteca de Pérgamo

Reconstrucción de Pérgamo

Construida en el siglo III a.C. por miembros de la dinastía Atálida, la Biblioteca de Pérgamo, situada en la actual Turquía, fue una vez hogar de un tesoro de unos 200.000 rollos. Se encontraba en un complejo de templos dedicado a Atenea, la diosa griega de la sabiduría, y se cree que abarcaba cuatro salas, tres para los contenidos de la biblioteca y otra que sirvió de espacio de reunión para banquetes y conferencias académicas. Según el antiguo cronista Plinio el Viejo, la Biblioteca de Pérgamo llegó a ser tan famosa que estaba en competencia con la Biblioteca de Alejandría. Ambos lugares buscaron acumular las colecciones más completas de textos, y desarrollaron escuelas rivales de pensamiento y crítica. Incluso hay una leyenda que cuenta que la dinastía Ptolemaica de Egipto detuvo los envíos de papiro a Pérgamo para demorar su crecimiento. Como resultado, la ciudad se convirtió más tarde en un importante centro de producción de pergaminos.

La

La Villa de los Papiros, enterrada durante mucho tiempo, se abrió al público casi 2000 años después de estar enterrada en el lodo volcánico que cubría Herculano

Aunque no era la mayor biblioteca de antigüedad, la llamada “Villa de los Papiros” es la única cuya colección ha sobrevivido hasta nuestros días. Sus aproximadamente 1.800 pergaminos estaban ubicados en la ciudad romana de Herculano, una villa que probablemente fue construida por el suegro de Julio César, Lucio Calpurnio Pisón Cesonio. Cuando el Monte Vesubio entró en erupción en 79 d.C., la biblioteca fue sepultada -y exquisitamente preservada- bajo una capa de 30 metros de material volcánico. Sus pergaminos carbonizados y ennegrecidos no fueron redescubiertos hasta el siglo XVIII, y los investigadores modernos han utilizado desde imágenes multiespectrales hasta radiografías para tratar de leerlos. Gran parte del catálogo aún no ha sido descifrado, pero estudios ya han revelado que la biblioteca contiene varios textos del filósofo epicúreo y poeta Filodemo.

El Foro de de Trajano

En el año 112 d.C., el emperador Trajano completó la construcción de un inmenso complejo de edificios de uso múltiple en el corazón de la ciudad de Roma. Este Foro incluía plazas, mercados y templos religiosos, pero también incluía una de las bibliotecas más famosas del Imperio Romano. Técnicamente eran dos estructuras separadas -una para las obras en latín, y otra para las obras en griego-. Las habitaciones estaban situadas en los lados opuestos de un pórtico que albergaba la Columna de Trajano, un gran monumento construido para honrar los éxitos militares del emperador. Ambas secciones estaban elegantemente elaboradas de hormigón, mármol y granito, e incluían grandes cámaras centrales de lectura y dos niveles de habitaciones repletas de textos que contenían unos 20.000 rollos. Los historiadores no están seguros de cuándo dejó de existir la biblioteca dual de Trajano, pero todavía se mencionaba por escrito hasta el siglo V d.C., lo que sugiere que se mantuvo durante al menos 300 años.

La Biblioteca de Celso

Biblioteca de Celso

Había más de dos docenas de grandes bibliotecas en la ciudad de Roma durante la época imperial, pero la capital no era el único lugar que albergaba colecciones deslumbrantes de literatura. Alrededor del año 120 d.C., el hijo del cónsul romano Tiberio Julio Celso Polemeano completó una biblioteca en honor a su padre en la ciudad de Éfeso (Turquía). La fachada adornada del edificio todavía se puede contemplar hoy y ofrece una escalera y columnas de mármol así como cuatro estatuas que representan la sabiduría, la virtud, la inteligencia y el conocimiento. Su interior, por su parte, consistía en una cámara rectangular y una serie de pequeñas habitaciones con estanterías. La biblioteca pudo haber albergado unos 12.000 rollos, pero lo más llamativo es sin duda que el propio Celso estaba enterrado en un sarcófago ornamental.

La Biblioteca Imperial de Constantinopla

Las paredes que una vez albergaron en el siglo V -durante el reinado de Teodosio II- la Biblioteca Imperial

Mucho después de que el Imperio Romano Occidental cayera en declive, el pensamiento clásico griego y romano continuó floreciendo en Constantinopla, la capital del Imperio Bizantino. La Biblioteca Imperial de la ciudad se construyó en el siglo IV d.C. bajo el mando de Constantino el Grande, pero fue relativamente pequeña hasta el siglo V, cuando su colección creció a un asombroso nivel de 120.000 rollos y códices. El tamaño de la Biblioteca Imperial fue disminuyendo durante los siguientes siglos debido a la negligencia y los frecuentes incendios, y más tarde sufrió un golpe devastador después de que un ejército cruzado saqueara Constantinopla en 1204.

La Casa de la Sabiduría

Retrato de Al-Razi, médico y alquimista en su laboratorio en Bagdad, Irak

La ciudad iraquí de Bagdad fue una vez uno de los centros de aprendizaje y cultura del mundo, y tal vez ninguna institución fuera tan integral como la Casa de la Sabiduría. Fundada a principios del siglo IX d.C. durante el reinado de los abasíes, el lugar era una enorme biblioteca llena de manuscritos persas, indios y griegos sobre matemáticas, astronomía, ciencias, medicina y filosofía. Los libros servían de reclamo para los mejores eruditos del Medio Oriente, que acudían a la Casa de la Sabiduría para estudiar sus textos y traducirlos al árabe. Entre ellos se encontraba el matemático Al-Juarismi, uno de los padres del álgebra, así como el pensador Al-Kindi, a menudo llamado “el Filósofo de los Árabes”. La Casa de la Sabiduría se encontró con un triste final en 1258, cuando los mongoles saquearon Bagdad. Según la leyenda, tantos libros fueron arrojados al río Tigris, que sus aguas se volvieron negras de tinta.

Imágenes: Dominio público, De Agostini, Eric Vandeville, John Harper, Ken Weish, Leemage  Fuentes: Maravillas del Mundo antiguo, Valerio Massimo Manfredi, 2016 – History.com

4 COMENTARIOS

  1. Y si no hubiera sido por los saqueos, las guerras, el vandalismo, los incendios… nos llevaríamos más de una sorpresa en cuanto al legado cultural, técnico, etc. de algunas civilizaciones. Hallazgos que quedaron unidos para siempre a las cenizas.
    Un saludo, Félix.

    • Además de las “cabeza huecas” un aspecto muy importante: si destruyes su legado cultural, estás despojando a un pueblo de sus raíces, sus valores más importantes. Está pasando…
      Un abrazo, Cayetano

  2. Genial Félix, un artículo precioso sobre un tema apasionante. En espacial me atraen dos temas, la rivalidad entre Alejandria y Pérgamo por tener la mejor biblioteca de los reinos Ptolemaicos, y en segundo lugar la Casa de la Sabiduría de Bagdad. ¿Estás conmigo que estas casas árabes pudieron ser las primeras universidades del mundo?
    Y por último añadir un pequeño tema, creo que hubo una biblioteca anterior a Ninive. Se localizó en el siglo XX en Ebla (Siria) y puede estar datada más de 1000 años antes que la del asirio Asurbanipal. Además escrita en sumerio la primera escritura de la historia. Me llamo mucho la atención este tema hace un par de años, cuando hice la asignatura de historia antigua en la UNED.
    Lo dicho mil gracias por traerme el recuerdo de las primeras bibliotecas del mundo.

    • Gracias, estimado José María. Aquella rivalidad fue tan real como feroz, hasta el punto de suspender el suministro de papiros a Pérgamo para que su “rival” no tuviera materiales de escritura. En cuanto a los árabes, podemos considerarlas como tal, aunque no es desdeñable que tiempo atrás, estas bibliotecas de las que hablamos podían considerarse como tales, no en vano se estudiaban todas las materias, desde las ciencias a las humanidades.
      Referente a la biblioteca de Ebia, es cierto, aunque los últimos descubrimientos no la sitúan entre las más grandes sin duda es más antigua. Dicho esto, es el peligro que tienen las listas, siempre queda alguna atrás. Y pondré otra más como ejemplo: la gran biblioteca de Córdoba.
      Gracias por el aporte, iré actualizando el artículo en la medida de lo posible.
      Un abrazo

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